lunes, 28 de mayo de 2012

Mi Trágame Tierra 2 fuera de concurso


Hace unas semanas Candela hizo un concurso titulado Trágame Tierra. Por falta de tiempo no pude publicar el relato de algo que me ocurrió en la ginecóloga. Pero no quiero privaros de que conozcáis lo que probablemente ha sido el momento más vergonzoso de mi vida adulta.

Ya de por si, la visita al servicio de ginecología nos pone de los nervios. Nunca vamos por gusto y yo creo que ha llegado un momento en que hasta sentimos cierto miedo a que nos encuentren algo.

A esos nervios hay que sumarle que necesitas sentir cierta confianza. Cuando además la visita la haces por un reconocimiento médico de la empresa, no tienes la posibilidad de elegir al profesional, así que en esas ocasiones, con que me toque una mujer me conformo. Si, yo soy de las que me siento más cómoda con una mujer explorándome que con un hombre.

Hace unos tres años acudí a la clínica donde nos suelen hacer los reconocimientos. Cuando pasé respiré aliviada al ver que me correspondía una ginecóloga pero pronto me di cuenta de que no era nada agradable. Me hizo las preguntas de rigor de un modo bastante seco y sin mirarme. Estaba claro que para ella era un trámite que cumplir y no parecía tener un buen día. Al llegar a la de ¿relaciones?, me quedé sin saber qué decir. Nunca sé si se refieren a si has tenido relaciones sexuales o si las tienes en ese momento, o si te gusta tenerlas...yo qué sé qué quieren decir...Con lo desagradable que estaba siendo la doctora no quise dar explicaciones de ningún tipo y le dije que en ese momento no tenía relaciones.

Me dijo que pasara a la camilla para hacerme la exploración de los bajos y allí que me fui. Una vez instalada cómodamente vino la mujer y se colocó entre mis piernas. Me metió el instrumento de tortura ese que es como un gato hidráulico y solté un débil quejido...aquello me estaba haciendo mucho daño. Mientras hurgaba me revolví un poco y me dijo algo así como que me estuviera quieta. Le comenté que me estaba doliendo y pasó ampliamente de lo que yo le estaba diciendo.

Entonces sucedió...mientras ella intentaba hacerme la citología y estaba toda concentrada en mi zona vaginal, no sé cómo el espéculo salió disparado de dentro de mí y fue a impactar contra su cara. Obviamente la mujer no se esperaba eso y no tuvo tiempo de reaccionar. A partir de ahí tuvimos una pequeña discusión en la que la ginecóloga con muy malos modos me decía que había expulsado el objeto por empujar. Yo le decía que no estaba empujando y que aquello no debía estar bien colocado por el daño que me estaba haciendo.

Mientras veía que la enfermera se partía el culo haciendo esfuerzos por que no se le oyera la risa, yo seguía discutiendo con la mujer. A ver si se piensa usted que yo practico a diario en casa expulsar algo con fuerza de mi vagina...ni que fuera un deporte olímpico...le espeté. Pues si usted no hace fuerza, esto no se sale, me decía ella...

Después de limpiarse la cara en la zona donde le había impactado el espéculo y quejarse de que le había hecho daño en un ojo, volvió con fuerzas renovadas y me imagino que cagándose en mi padre. Me hizo la citología y cuando llegó el momento de la ecografía vaginal metió aquello que casi me lo saca por la boca. Con la vergüenza que estaba pasando lo único que quería era que se terminara el reconocimiento y marcharme a casa.

Imagino que algo debió dejar anotado en mi ficha. Cuando volví al año siguiente dije que podía tener problemas con “er bisho” ese y la doctora que me atendió, mucho más maja me dijo que no me preocupara que me iba a poner uno de tamaño pequeño. Todo fue como la seda....


jueves, 24 de mayo de 2012

Cincuentañeras

Hace dos años o así cuando comencé a tener más trato con Vito (célebre feminista española) alguien me preguntó que si me enrollaría con ella. No. Fui tajante en mi respuesta. En primer lugar porque no me atrae nada fisicamente (ni yo a ella, por supuesto). En segundo lugar porque es una mujer de cincuenta y tantos y nunca me había planteado tener sexo con una mujer “tan mayor”. Antes de que saltéis...tened en cuenta que yo aún no he cumplido los cuarenta...

El caso es que el verano pasado, sin comerlo ni beberlo, me enrollé con una cincuentañera. Miento...comimos y bebimos, sobre todo chocolate y coca cola... Bromas aparte...me refiero a que no me esperaba esa historia en absoluto. Nunca me había fijado en una mujer de esa edad pero después me quedé pensando que (veo que saltáis otra vez), para la edad que tenía, lucía un cuerpo estupendo.

Lo cierto es que de primeras no me fijé en su cuerpo. Entre nosotras se instaló una corriente de complicidad en un momento determinado. .Admiraba a esa mujer y la sentía cercana y tierna, con ganas de darse y de disfrutar a tope de la vida.

Por razones que no vienen al caso la historia no duró apenas pero me quedó un grato recuerdo de los momentos vividos y por supuesto, me hizo reflexionar. Me di cuenta de que no debía cerrarme a mujeres de ese tipo pensando que la edad marcaba una diferencia insalvable. Desde ese momento he encontrado a diferentes mujeres cincuentañeras con las que no me importaría tener un rollo. Sigo pensando que no quiero una relación seria con alguien que me saca tantos años pero me atraen lo suficiente como para compartir momentos intensos y únicos...

Hace unos meses ligué con otra cincuentañera que me parecía atractiva. Fisicamente tenía rasgos que me gustaban mucho. Y me parecía que tenía una gran personalidad y mucho coco. La típica mujer con la que disfrutas conversando. Quedamos, fuimos a cenar y...bueno, la jodió en cuanto abrió la boca. Se pasó toda la noche hablando de su ex y de la mía (a la que tiene la suerte de conocer) Allí se me vino abajo la líbido y aquella cita pasará a la historia como un desastre auténtico. Todavía no he perdonado a Cupida por aquello....

Alondra tiene 52 años y unos ojos azules que adivinas el cielo en ellos. Su voz dulce es lo suficientemente aguda cuando está alegre para expresar toda su femineidad y lo suficientemente grave cuando se pone trascendental como para que te llame la atención de inmediato. Con su pelo rizado en vivos colochos, sus gafas de metal rojo y sus manos pequeñas, compone un mapa de personalidad atrayente.

Conocía a Alondra de oídas y hasta hace año y medio no me la presentaron. Desde el principio observé esa vena maternal que tiene de cuidar de todas las que se encuentran cerca de ella. Sabe hacer que te sientas a gusto siempre, preocupándose por tus necesidades. Durante todo este tiempo he aprendido muchas cosas con ella y me ha servido de guía en momentos de ofuscación. Tal vez por timidez propia o porque me impone demasiado, hasta ahora no he sido capaz de saludarla con un pico como hacen todas sus amigas...

Hoy andábamos charlando sobre literatura y periodismo. Ella estaba sentada y yo de pie. En un momento determinado me ha dicho que me sentara encima de ella y no sé cómo nos hemos puesto a hacer “manitas”. Las manos alzadas y las palmas encontrándose a medio camino entre la ternura y el juego. Después me he levantado y hemos continuado la conversación con otras dos amigas mientras nuestras manos mantenían su propia charla. Ha sido algo tan espontáneo, inocente y hermoso que en ningún momento he reparado en que significase nada.

Me he despedido de ella con dos besos en la mejilla y un pico. Ha sonreído y me ha hecho notar que he sido yo la que se lo he dado a ella. Claro, la he contestado, después de hacer manitas una va y se lanza.
No, no creo que haya nada erótico entre nosotras pero tengo claro que me parece una mujer atractiva. Y no se trata de una cuestión física, sino de esa mezcla de saber estar, ternura y diversión que hallo en ella. Alondra me gana por su simpatía, su dulzura y su sonrisa. Es un imán para mí.

Me preguntaba últimamente qué tendrán las cincuentañeras que me atraen tanto. Hoy por fin, he encontrado la respuesta.


martes, 22 de mayo de 2012

Noche de ellas


Maldito insomnio que me despierta a las pocas horas de cerrar los ojos y no me permite descansar. Me levanto, enciendo el ordenador y me conecto virtualmente a la realidad. A la realidad de algunas que no deja de ser en parte la mía.

Descubro que es una noche de ellas. De las otras. De las que nunca soy yo. De las que anhelo ser algún día.

Ayer comentaba con una amiga que me extraña lo tranquila y a gusto que estoy. Es una calma chicha que no sé si precede a alguna tormenta. Una parte de mí siente que es tan raro estar bien que por algún lado me llegará el golpe. Supongo que es un miedo adquirido hace años...esperar que llegue la hostia.

Mientras llega, o no...seguiré soñando con que mi nombre se pose en sus labios, con que decida que el afuera no le importa o que basta mirarlo con ojos más abiertos para descubrir nuevas formas de sentir.


Ahora ella está lejos, tan lejos que no puede verme ni percibirme. Pero tal vez en alguna de las conversaciones que mantenemos descubra que toda esa historia común que nos sombrea puede trasformarse en luz si recorremos juntas el camino. Si, quizá en un momento de tontería o lucidez, se de cuenta de que ya ha encontrado lo que no busca pero sabe que quiere.


domingo, 20 de mayo de 2012

Final de curso


Durante unas vacaciones de verano en el Puerto de Santa María, tuve la suerte de conocer la playa de Bolonia. Allí viví uno de los mejores días de mi vida. El paisaje, la comida, el agua fresca del Atlántico...todo se unió en mil sensaciones que se anclaron a mi memoria. Guardo un recuerdo precioso de aquel día, de lo que sentí y viví por mí misma.

Cuando volví me pidieron que escribiera sobre todo lo que había sentido. Por primera vez, fui incapaz de encontrar las palabras. Durante días estuve dándole vueltas y terminé escribiendo un post medio obligada que nunca me gustó por no trasmitir toda la intensidad de lo vivido.

Ahora me sucede lo mismo...llevo días dándole vueltas a qué contaros sobre mi último taller. El curso ha finalizado y creo que estoy de duelo. Ha sido un viaje hermoso y delicado de casi dos años. En este tiempo he aprendido a escucharme, a escuchar sin juzgar, a tratarme de forma compasiva, a bien tratarme y a practicar el cuidado y buen trato hacia las mujeres que me acompañaban.
He conseguido enlazar las diferentes parcelas de mi vida en la medida de lo posible y he aprendido a no fustigarme por no ser capaz de hacerlo mejor.

Me quedan cosas por mejorar, claro que si, pero tengo todo el tiempo del mundo por delante. Y tengo, estoy segura, un grupo de heteras que me apoyan, me quieren y permanecen a mi lado aunque a partir de ahora nos cueste más vernos.

Termino el curso con una cierta sensación agridulce. Triste por la finalización pero contenta, muy contenta por saberme plena, por sentir que me he reencontrado al fin, que he conseguido llegar a mi esencia, saber quien soy de verdad y vivir plenamente con la conciencia puesta en mí.

El último taller estuvo lleno de momentos intensos y muy eróticos que no detallaré aquí por respeto a las compañeras. Pero si puedo decir que me ha llenado de ideas que quiero poner en práctica en cuanto me surja la ocasión.

Hicimos una función, un cabaret en el que desarrollamos muchas cosas aprendidas y dimos rienda suelta a nuestra imaginación. En un alarde de valentía y poniendo toda la sensibilidad que llevo dentro, me atreví a cantar...a capela! El sitio de mi recreo...como homenaje particular a Antonio y al hermoso lugar donde estábamos haciendo los talleres. (Lo siento, Antonio, no se repetirá, lo prometo). Había que disfrazarse pero es algo que yo odio. Así que decidí que me iba a poner como realmente me apetecía y como me gustaría vestirme más a menudo. Pantalón, camiseta, tirantes, chaleco y sombrero. Y si, me sentía guapa. Más que guapa me sentía atractiva en mi masculinidad. Queda para la historia el número en el que me convertí en el objeto de deseo de 9 féminas uqe bailaban a mi alrededor y se disputaban mi atención. Guau!!
El fin de semana bailamos, bebimos, cantamos, reímos y... por supuesto... lloramos. Nadie dijo que las despedidas fueran fáciles...

No exagero si digo que el curso ha cambiado mi vida. Me ha cambiado a mí. No de forma radical, ha sido algo paulatino pero lo noto. Me ha permitido crecer mucho como persona, como mujer especialmente. Me ha abierto la mente y me ha enseñado tantas cosas que aún ando asimilándolas.

Pensé que se acababa el camino pero no es cierto. El camino comienza aquí y soy yo la que decido la dirección que quiero seguir.


viernes, 18 de mayo de 2012

Este momento





 un ritual de Viernes. Una sola foto - sin palabras - la captura de un momento de la semana. Un simple momento especial, extraordinario. Un momento para hacer una pausa, disfrutar y recordar.

Inspirado por Soulmama y extendido por Farala




Si quieres hacer lo mismo deja un link a tu momento

Y se admiten comentarios, que el link solo queda muy soso


jueves, 10 de mayo de 2012

viernes, 4 de mayo de 2012

Este Momento

{este momento} - un ritual de Viernes. Una sola foto - sin palabras - la captura de un momento de la semana. Un simple momento especial, extraordinario. Un momento para hacer una pausa, disfrutar y recordar. (Inspirado por Soulemama y extendido por Farala)






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