sábado, 31 de enero de 2015

Sin parar

Tengo la sensación de que no paro, de que me paso el día haciendo cosas, que tengo demasiada actividad, para lo que soy yo. Un momento después pienso que en realidad no hago nada, siento un bloqueo tremendo que me impide avanzar, que me deja anclada y enfadada. Y así voy, a trompicones y como los tentetiesos...

Las últimas semanas han estado llenas de malos rollos, historias que me quitan la energía, que hacen que pierda la calma. Al final son gilipolleces que mantienen mi atención en el afuera. Quízá es una manera absurda de defenderme, como lo de pasar tantas tardes fuera de casa, para no quedarme a solas y escucharme... puro escapismo. Estoy hecha una Houdini.

Lo bueno es que estoy viendo un montón de pelis, leyendo libros que me apetecían desde hace meses (me ha encantado Canciones de amor a quemarropa) y preparando mi segundo viaje a Nueva York.

La noche de reyes me echaron las cartas. Nunca he creído en eso, pero me dijeron algo que me resonó a propósito de mis relaciones familiares. Y supongo que estoy empeñada en que el viaje familiar a la Gran Manzana sea un recuerdo de esos que pueda guardar siempre con cariño. Aunque en mi imaginario nos veo aterrizando en el JFK como Paco Martínez Soria con la maleta y las gallinas.

lunes, 19 de enero de 2015

¿Estas cosas sólo me pasan a mí?


El principio de año ha sido bastante desasosegador. La muerte anunciada de mi tío se produjo la noche del día 6, así que empecé mis vacaciones pendientes del año anterior con un tanatorio y un entierro.

La vuelta al trabajo ha traído consigo la noticia de un cambio en mi centro de trabajo. Nos mudamos a la sede central de la empresa y el cambio en si conllevará una rebaja en el dinero que percibo anualmente así que no estoy muy contenta que digamos.

Pero entre tanto momento amargo, ha habido un par de situaciones de esas que cuando las recuerdas al cabo del tiempo, terminas riendo bastante.

En mis cortas vacaciones me fui a un spa, a "tomar las aguas". Dejé las cosas en la taquilla que había en el vestuario y corrí presurosa en busca de las burbujas del jacuzzi y los chorros de la piscina. Cuando terminé el circuito, descubrí con horror que la llave de la taquilla había desaparecido de la pulsera de goma que llevaba en la muñeca. Muerta de frñio, en bikini y tapada escasamente por la toalla, tuve que salir a la recepción a decirle al encargado lo que había ocurrido para que me dejara la llave maestra de las taquillas. Mi gozo en un pozo... no existía dicha llave. En un momento me vi como aquella bloguera que se olvidó la toalla y al salir de la piscina tuvo que secarse con su propio abrigo.

El encargado me pidió que esperase a que terminara una gestión y me ayudaría a buscar dentro del spa. Mi acompañante ya estaba seca y vestida y yo seguía tiritando. Al cabo de media hora, apareció la llave en el fondo del jacuzzi. Estaba mimetizada con el fondo azul pero tuve la suerte de que una chica la pisara. Si no, ya me habría sacado algún zaping en la tele como la loca del bikini en enero por la Gran Vía.

Y para rematar el fin de las vacaciones tuve el funeral por mi tío. Metidos en el coche en un atasco de cojones y con los nervios de mis padres a flor de piel descubrí con horror que se me habían roto los pantalones que llevaba. Y no era un agujerito, no... un agujero en la zona baja del pubis, junto a la cremallera,  por donde cabrían dos dedos (no seais mal pensadas) mas una raja que iba descendiendo por la pierna. En ese momento las bragas de colores ya asomaban y era difícil, por no decir imposible, disimular el estropicio.  Así que me callé para no caldear más el ambiente, dejé caer sutilmente el pañuelo que llevaba al cuello y entramos en la Iglesia, directos a un banco de la primera fila con 10 minutos de retraso. Ignoro si alguien percibió mi curiosa forma de avanzar por el pasillo, con un estilo a medio camino entre una gheisa y chiquito de la calzada.

Creo que he acumulado en una semana los momentos surrealistas de todo el año. No more please!!

miércoles, 7 de enero de 2015

Daisy en Naciones Unidas


Este comienzo de año ha sido horrible. Cuando estoy mal me olvido de mirar las nubes o de ver atardecer, que siempre me da paz. Pero la vida pone ante mí momentos buenos y en cuanto me hago consciente, me aferro a ellos para seguir adelante.

Aunque en la tradición de mi familia los regalos llegan el 24 por la noche, este año han venido también los reyes! El mejor regalo en realidad que he tenido estas fiestas ha sido el reencuentro. Con alguien que supe que me sumaba desde el día que nos conocimos. Y con otra amiga que está cerca, pero con la que sentía que no me podía comunicar bien ultimamente.

La noche de reyes estuvo llena de abrazos, palabras, de risas, de canciones y bailes, acompañada de una luna llena enorme y preciosa y sobre todo de una sensación de calidez increíble. Me sentía en casa entre esas personas que sacan lo mejor de mí. Y sobre todo sentí alegría, una alegría que llegaba a mi corazón por primera vez desde hace mucho tiempo. La alegre sensación de saberme viva y ser consciente de que en ese momento era feliz.

Me llevo de recuerdo de esa noche un detalle que tuvieron las anfitrionas. Una Daisy morada, por aquello de que yo soy "la de morado" casi siempre. Representa mi yo femenino, que también lo tengo. Cuando volví a casa, se empeñó en que la llevara de excursión con otro regalo que me han dejado los reyes.

 


Si sale adelante el proyecto de vacaciones familiares de este año, me llevaré a Daisy para que pueda ver las Naciones Unidas en directo.

Mientras tanto, espero disfrutar de muchos buenos momentos como los de estos días. Y contar con la compañia de esas personas que me suman.


jueves, 1 de enero de 2015

Él tiempo que corre


De Navidad a Nochevieja... qué cena más triste.

El tiempo corre demasiado cuando estás esperando una llamada que confirme una muerte anunciada.
Comienzo un duelo prematuro y preparatorio, mientras asisto al derrumbe de los más fuertes. Qué duro es ver llorar a Superwoman como si fuera una niña.

Este año no empieza bien, no.

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