martes, 29 de diciembre de 2015

Al sur de tu ausencia

Hace mucho que dejé de creer en la Felicidad. O mejor dicho, ya no creo en ser feliz. Quizá alguna vez lo haya comentado. No, no creo que se pueda ser feliz. Pero creo firmemente en que la vida está llena de momentos en que podemos estar felices...

Tenía tanto miedo de volver a tu casa... miedo ante lo que sentiría cuando entrase en esa habitación donde pasé las mejores noches, miedo de rozar cada rincón donde te amé, miedo de ver el mismo paisaje gris que convertí en alegría, miedo en definitiva a encontrar mis sombras entre tus paredes...

Traspasé el umbral de la puerta y te besé. Un sólo beso, aunque nunca lo recuerdas... y me deslicé dentro de tu medio hogar, tranquila, mientras charlábamos. Así, sin más, nos pusimos a hacer croquetas. Si, croquetas... descubrí que la felicidad es algo tan sencillo como hacer croquetas contigo.

Después llegaron las demás y voló el tiempo.

Tuvo que contarme C que aún resido allí, que entre esas paredes aún se encuentra mi recuerdo, expuesto en blanco y negro en la librería, que mis ojos siguen teniendo esa expresión ensoñadora.... pero quizá ya no soy  esa mujer de la foto del 2005.

Sólo soy esta. La mujer que siente escalofríos cuando la preguntas acerca de si te equivocaste al tomar una decisión. La que sigue llenándose de sonrisas cuando habla contigo. La que te echa de menos al sur de tu ausencia. La que te confiesa ser un trocito de pan. La que se llena de ternura estando a tu lado.

Aunque apenas te roce.

martes, 22 de diciembre de 2015

Ya no necesito ser Luke


Dice mi madre que cuando yo era pequeña, me llevaron muchas veces al cine a ver películas de dibujos animados. No recuerdo ninguna. De hecho, la primera película que recuerdo haber visto en el cine fue La Guerra de las Galaxias. Debía tener cinco o seis años como mucho pero me causó una gran impresión.

Me flipaba Luke Skywalker, su inocencia y al mismo tiempo la destreza que adquiría. Me flipaba la ropa que vestía y por supuesto el sable láser, que me hubiera encantado tener.

Ya en aquella época empezaba a mostrar confusión con mi identidad de género, aunque no supe concretarla ni verbalizarla hasta mucho después. Cuando salí del cine, recuerdo claramente que le dije emocionada a mi hermano... vamos a jugar... yo me pido ser Luke Skywalker!! Y mi hermano, que también a su corta edad se había dado cuenta de mi negativa a etiquetarme en el género impuesto me dijo... "ya sabía que ibas a decirlo...tú siempre te pides ser el chico". Y lo soltó así, tal cual, delante de unos amigos con los que fuimos a verla y de sus padres, que nos cuidaban. Me quedé avergonzada y callada De hecho, me callé durante años, pero ese no es el tema.

He visto la peli nueva de Star Wars. Y me ha encantado!!! +++ No hay spoilers +++ Me regalé una entrada de cine Vip con butaca enorme. Yo sola en la fila. Mis palomitas, mi botella de agua y todas las ganas del mundo. Se apagó la luz y al poco la película me conectó con mi niña interior, con esa cría que disfrutó tanto de los caballeros Jedi, de las peleas, de los androides y de los ewoks... Me sorprendí sonriendo y diciendo emocionada... Han Solo! R2D2! y animando a los pilotos en sus peleas contra las fuerzas del Primer Orden. Venga!! Dispara!!

Pero lo que más me emocionó con diferencia, fue descubrir que las chicas pueden pilotar naves como el Halcón Milenario, pelear contra soldados imperiales e incluso luchar con sables láser. Si. Lo mejor de Star Wars ahora está protagonizado por una chica.

De repente ya no necesito ser Luke Skywalker. Me basta con ser yo... y seguir soñando.


domingo, 20 de diciembre de 2015

Y de nuevo Navidades


Este año las fiestas me pillan algo despistada. Llevo desde Octubre muy dispersa,centrando casi todas mis energías en temas familiares. El robo en casa de mis padres y la enfermedad de mi madre han hecho que pase en su casa muuuuuchas horas. Acompaño, ayudo, hago lo que puedo.Y eso me deja poca energía para mí misma.

El trabajo me está absorbiendo demasiado. Espero que para primeros de año se acabe el proyecto que me encargaron y pueda dedicarme más al día a día. De momento nos han trasladado de nuevo a nuestro antiguo lugar de trabajo. Vamos mañana ya para allá. Echaré de menos la tortilla de patatas, el jardín interior, la comodidad de que te recojan y te lleven en autocar... pero la verdad es que tener que volver a ir a trabajar en transporte público hará que me ejercite más cada día y eso me alegra.

Me llegó el lunes una notificación de que me convocaban para la mesa electoral. En principio suplente. Estuve una hora y media haciendo cola en Correos para recoger la notificación. Esta mañana me he pegado el madrugón y he ido con un par de sandwiches en la mochila por si me tocaba pasar todo el día allí. Por suerte, se han presentado todos los de la Mesa y me he podido volver a la cama. Si. Porque ya estaba duchada y todo pero me he vuelto a meter en la cama y no me he despertado hasta las 12 de la mañana. Raro en mí. Pero es que estoy agotada.

Y el remate de la semana ha sido la visita al dentista. Antibiótico y reendodoncia. Desde el miércoles sólo puedo comer por un lado de la boca y hasta el 28 no me lo terminan de arreglar. Me veo cenando  una sopa en Nochebuena.

Semanas como esta me dejan con la sensación de ser Superwoman, sólo por salir adelante... Si además esta noche se produce el cambio político que tantos esperamos, me meteré en la cama con una sonrisa de oreja a oreja.


lunes, 14 de diciembre de 2015

No es Little Wing


Vivo en un humilde barrio de Madrid, eso si, con buenas vistas. A los pies de la Catedral. Enfrente tengo un parque con árboles centenarios.Pero mi verdadero contacto con la naturaleza está a cinco minutos andando, cuando atravieso la entrada a la Casa de Campo.

No, esto no es Little Wing ni tengo nada que ver con Henry aunque me ata el amor a la tierra, al sonido de los pájaros que se posan sobre los árboles del parque, a la visión del atardecer sobre el lago, a los ciclos vitales... Tampoco mis amigos son un cantante famoso, un acaudalado broker o un sonado tierno. Pero creo que comparto con estos personajes la sensación de que éramos un nosotros y de repente algo pasó, algo se rompió.

Prevalece la idea de haber vivido momentos, y haber creado espacios comunes. De haber transitado por idénticos caminos a pesar de que cada uno tiene sus vivencias. Pero después de todo, un día abres los ojos y descubres que poco queda de aquel nosotros. Tal vez sólo la nostalgia que nos hace reunir y creer que la Navidad traerá la magia de nuevo.

A veces es tan sencillo como que los caminos se separan, que ya no somos los mismos, que tenemos intereses diferentes. Venga. Va. Dramafree. Sin lágrimas ni suspiros. Pero quizá no sabemos hacerlo así de bien y nos aferramos a los recuerdos de aquellos momentos.

Lo malo de haber llegado hasta aquí, es que empiezas a darte cuenta de lo que ha quedado por detrás de ti. Lo bueno, es que descubres que no todo lo que pierdes supone realmente una pérdida. Y lo vital es que tienes la certeza de que sólo vale la pena cuando los que están cerca le ponen tanto mimo como tú.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Huérfanos de recuerdos

Lo malo de algunas semanas es que no acaban cuando llegan el fin de semana.
Llevaba tiempo sin escribir. No me salía nada. Me quedaba pensando en qué contarme, contaros... y no sabía. Pensé que eso ocurre cuando no ocurre nada. Y me rayaba dándole vueltas a qué ocurre cuando no ocurre nada. Tan lineal que estaba intranquila, con mala sensación.
Me fui de vacaciones. Crucé un montón de puentes (ya pondré las fotos). Conocí bolloblogueras, de las que aún perviven, perdisten. Quizá le moleste que la llame bollobloguera. En cualquier caso fue una verdadera sospresa descubrir a la persona que había tras los escritos. Cálida, muy cálida.
Me reencontré con Siempre Suya y Laquetecuén, que me acogieron y cuidaron. Y ellas me llevaron a reencontrarme con ese mar infinito que absorbe mi mirada.

A la vuelta, el retorno a la rutina gris y a esa linealidad intranquila que os decía y que ahora añoro.
Qué posibilidad hay de que en 15 días entren a robar en las dos casas quw tienen tus padres? Parecen pocas, ínfimas. Pero sucede.
El primero parecìa casi una broma. El segundo nos ha destrozado.
Los malnacidos que han entrado en la casa de Madrid se han llevado todo cuanto de valor han encontrado. No, la televisión, el portatil.... eso sigue ahí, en su lugar. Lo que se han llevado sobre todo han sido esas cosas que tienes de toda la vida, los regalos de boda, de cuando nacimos mi hermano y yo, lo que mis abuelos regalaron a mis padres.
Y así, quedamos huérfanos de recuerdos. Ha desaparecido el legado familiar....muchas cosas, ahora pienso en  los gemelos con los que se casó mi padre, mi hermano y que ya estaban destinados a cuando se casara mi posible futuro sobrino.
Me aferro a que son cosas materiales. A que tuvimos suerte de que mis padres no estuvieran en casa cuando sucedió. Esa maldita buenamala suerte que tengo que invocar cada hora para obligarme a seguir fuerte. Para sostener las lágrimas de mi madre que dice que ya no queda nada de lo  que quería dejarnos cuando falte.
De repente se les ha echado la vida encima. Me puede verlos así, derrotados, sin fuerzas para la pelea que queda ahora. Porque a las horas que estamos tardando en recomponer la casa después de cómo la dejaron, está la lucha con la compañía aseguradora, que de momento sólo ha puesto trabas. Echo mano de una paciencia infinita cuando hablo con la señorita de turno que se pone al teléfono cada vez que llamo y que me pide mil disculpas pero no soluciona nada.
Anoche abrazada a mi madre me di cuenta de que cambian los papeles. Ahora son los hijos los que deben convertirse en padres: ocuparse, solucionar, dar apoyo y sufrir tratando de calmar, absorber su dolor y decirles que aunque hayan perdido su Historia de vida nada de eso importa salvo seguir adelante y ser capaces de recuperar ilusiones.


martes, 29 de septiembre de 2015

Fuego de campamento


Soy una persona de momentos. Nunca he creído en la felicidad como estado, pero si que creo firmemente en esos momentos en que alcanzas la paz y te invade un sentimiento de felicidad intenso. La certeza de saber que es efímero me hace disfrutar aún más de esos pequeños instantes que me regala la vida. Y eso es lo que me permite continuar adelante cuando tengo el mal rollo que acumulo desde anoche. (Pero esa es otra historia que debe ser contada en otro momento)

Me he vuelto a encontrar con Alondra. El compartir con ella una actividad mensual hace que nuestras tardes juntas sean concentradas e intensas. Que se atropellen las palabras de todo cuanto nos tenemos que decir. A su lado primero me pongo nerviosa, pero después encuentro la calma que irradia el azul de su mirada. Cómo disfruto de los pequeños ratos que compartimos. Y cómo me ayuda a reconectarme. A deshechar la paja de mi vida y quedarme con lo importante. Sabia Alondra.

Recuerdo mis años de scout. Durante los campamentos de verano hacíamos fuego cada noche. Era el momento que esperaba. Allí, junto a los troncos ardiendo, me quedaba mirando fijamente las llamas. Las veía ascender y desprender pequeñas chispas o virutas anaranjadas. Entre cánticos y charlas buscaba el momento de quedarme contemplando el bailar de las llamas. Hipnotizada con su vaivén, conseguía aislarme y alcanzar por unos breves momentos esa ansiada paz que casi nunca tenía. No era capaz de explicarme a mí misma esa profunda necesidad de estar conmigo. De encontrar un minuto al cabo del día en el que pese a estar rodeada de personas y energías, lograra volver la mirada a mi interior. Pero incluso sin llegar a entender esa necesidad, me la concedía en cuanto podía.

Aún hoy la siento. Incluso de un modo más profundo. Y aquí llevo toda la tarde, acariciando mis temores, dando la mano a esta tristeza que ha llegado al despertar, cuando aún no había amanecido. Sé que pasará. De algún modo. Que el agobio que tengo desde hace semanas cederá antes o después. Que no hay mejor compañía que la mirada de mis gatas y el silencio que me concedo.

Y que en pocos días volveré mis sentidos al mar. Me han prometido llevarme a un lugar mágico en el espigón, camino del faro, donde hace tres años quedó mi sombra anclada a las rocas. Allí, cuando baje la marea le hablaré al azul y dejaré que el momento se haga eterno.


viernes, 18 de septiembre de 2015

Tanto y tan poco tiempo

Tengo la sensación de que los días vuelan. Pasó el verano y yo quería que llegara ya el otoño. Tonta de mí ansiaba los estrenos de cine pendientes. Carol, Sufragette, Freeheld, About Ray... y deseaba sacar el edredón de plumas bajo el que duermo tan a gusto.

Pero de repente algo ha cambiado. No quiero que pase el tiempo tan aprisa. Quiero detenerlo, que se pare. Me angustio al ver el ritmo que ha cogido este año, al notar cómo pasan los días sin que me de cuenta, cómo se desliza el tiempo traicionero y lo veo reflejado en el rostro de quienes quiero.

Ya ni siquiera espero el frío para sacar el edredón de plumas. He descubierto que debajo de la sábana puedo pasar horas dulces.

Han pasado dos años desde la última vez que te vi y esta noche has vuelto en sueños. Despojada ya de olores, aún conservabas el tacto de madera. Tu mirada burlona, como siempre, a medio camino entre no creer nada y aún no saberlo. Me visitabas, al oeste de mi anhelo. Con tantas palabras que aprisionaban mi silencio.

Me has llevado a ese lugar de magia que me descubriste y al que nunca he vuelto. Te he seguido en el laberinto de pasillos, de libros, de velos. Cuánto me ha costado mirar tu mirada, cuánto me ha costado encontrar mi voz y no perder mi acento. Cuánto me ha costado no coger tu mano y acariciarte el pelo...

Tal vez algún día, cuando ya no quede rencor y nuestros egos sucumban, podamos decirnos "Hola".Y el cielo de Madrid que tornó en gris, recupere el azul en Ramales. Tal vez ese día el sonido de tus palabras sea sincero.

Qué triste despertar y descubrir que apenas fuimos un sueño.



viernes, 4 de septiembre de 2015

La justicia pequeña


Hoy ha ocurrido algo maravilloso. Algo que llevaba esperando muuuucho tiempo. Tanto como 7 años.

Pensaba y hasta sabía que en algún momento llegaría el premio de consolación a una situación en la que me vi inmersa. Una situación por la que tuve una crisis de ansiedad tan fuerte que me vi obligada a estar prácticamente un año de baja. Si de las que me leeis queda alguna de las antiguas blogueras, sabréis por dónde van los tiros. El resto, disculpadme, pero me prometí que nunca contaría un aspecto determinado de mi vida por aquí.

El caso es que después de esos 7 años luchando, peleando y sobre todo resistiendo, hoy ha ocurrido lo que deseábamos desde hace tanto. He pasado la mañana emocionada, llorando a ratos (y aún ahora), incapaz de expresar el torrente de emociones que me llegan.

Nunca, nadie, podrá devolverme aquel año de mi vida perdido. Pero lo bueno de algunas luchas de la vida es que aprendes a no quedarte en el rencor. Tampoco nadie podrá sustituir mi pierna jodida tras el atropello que sufrí hace unos años. Esta mañana, reflexionando sobre lo que acababa de suceder, me he dado cuenta de que en realidad no me alegraba. No creo en la justicia poética. Pero si creo en la justicia pequeña. En esa que con pocas palabras resarcen y dan sentido a todo cuanto has dicho durante los últimos 7 años. La que pone las cosas en el lugar que le corresponden.

Como decía más arriba, sabía que iba a llegar este momento por lógica. Pero no me he alegrado. Solamente, me he quedado pensando en lo fuerte que he sido todo este tiempo pese a mi caída. He pensado en cómo he aprendido a soportar lo que no pude en un primer momento, en cómo he aprendido a estar alegre en el peor entorno y a disfrutar de las pequeñas cosas que encontraba hasta en el momento más duro. He llevado estos 7 años con mucha resignación sabiendo que no podía hacer nada y sobre todo con bastante humor. He pasado horas literalmente riendo a costa de la situación tan disparatada. Y he aprendido que la resistencia, o mejor dicho la resiliencia es un arma excepcional para afrontar la vida.


miércoles, 26 de agosto de 2015

Cruzando puentes




Hoy he recibido tu postal. Un día paseamos por esa ribera del Duero. Recuerdas? Tú estabas feliz. Enredabas ilusiones. Yo llegaba a la desembocadura del río huyendo de un amor esquivo. Dejaba Madrid con el corazón achicado y la sensación de que nunca me concedía mis deseos.

Fueron unos días de sol y risas, de paseos entre muros, de historias e Historia. Fueron días de un puente que unía las letras y un puente que unía las culturas.
Recorrimos juntas el puente. Tú con tu ilusión y yo con la sonrisa de cruzar uno más.

Y hoy, al recibir tu postal me he quedado pensando que de los puentes que he cruzado, este es uno de los que más me gustan. Precisamente por haberlo cruzado contigo.



Tengo la suerte de que la gente que me sigue o me conoce bien y sabe de mi gusto por los puentes, me manda fotos de ellos. Mi comentario invariablemente suele ser... "un puente, un puenteeeeee" haciendo referencia a una broma que casi nadie conoce, pero que a mí me llena de alegría e ilusión.
Cuando la gente me comparte los puentes que cruza o que se encuentra en su camino, me encanta saber que se han acordado de mí. A veces son puentes que no conozco y otras, las que menos, puentes que ya he cruzado con esa persona o a solas. En esos casos, lo disfruto como cuando de niña me levantaba la mañana de Reyes. La sonrisa que llevaba pintada el día que crucé el puente de Brooklyn...

Pero cruzar un puente acompañada de alguien es compartir una experiencia importante para mí. No es sólo andar juntas unos metros, sino poder llegar a establecer un vínculo y tener una historia común que nos recorre.
Me entristece pensar que hay personas que no han querido cruzar puentes conmigo o se han quedado esperando al otro lado a que cruzara yo. Literal y metaforicamente. Cruzar un puente es una experiencia para hacer con todos los sentidos despiertos, con la consciencia puesta en ese trayecto que siempre une.



Puente cercano a Toro que crucé estas vacaciones. Gracias a mis compañeras de aventuras!

viernes, 21 de agosto de 2015

Asalvajada


Odio la sensación de tener n blog Guadiana. No me gusta aparecer y desaparecer. Pero a veces me quedo en silencio. Bueno, eso no es correcto. No hablo mucho y necesito quedarme sin hablar pero hasta cuando no hablo expreso cosas. Necesito el silencio porque es en ese momento cuando mantengo conversaciones conmigo misma.

Y eso fue lo que ocurrió. En el último post, Cereza me decía que algo me rondaba y me quedé pensando en los post que estaba escribiendo esos días y en lo que me rondaba. Llegué a la conclusión de que por alguna razón, estaba "ajustando cuentas" con personas que pasaron por mi vida y dejaron su huella en mí. La semana siguiente al último post la pasé soñando con gente que ya no tengo cerca por elección propia o por causas de la vida. Familiares muertos, amigas que dejaron de ser y relaciones amorosas fallidas o simplemente fracasadas. Soñé con muchas ellas, con algunas dolía aún. Supongo que es una asignatura que tendré que aprobar en algún momento... el que la gente se va de tu lado cuando ha cumplido su función y no siempre es responsabilidad mía conseguir que se queden.

Pero volviendo al presente... he estado un par de semanas de vacaciones. Asalvajada. Ese ha sido mi estado. Aprovechando los calores madrileños me he ido despojando de ropa hasta ir prácticamente desnuda. Y lo cierto es que me gustaría ir sin ropa por muchos más sitios. No tengo afán exhibicionista pero cada vez me gusta más la sensación de notar el aire sobre mi piel, o el agua... Tenemos un montón de espacio destinado a sentir, muchos centímetros que reciben constantemente información del exterior y creo que nos saboteamos negándonos a hacernos conscientes de toda la información que llega.

Me gusta rascarme, hacerme cosquillitas, recorrer las palmas de mis manos y el contorno de mis dedos. Me gusta sentirme, que mi piel sienta el aire o el agua del que hablaba y el tacto. Somos piel. Y nos tocamos muy poco. A nosotras. A las demás. Desde que cruzamos la adolescencia aprendemos a sentir pudor e incluso rechazo si nos tocan. A muchas nos gustan los abrazos, pero cuántas nos quedamos tranquilamente abrazadas (no a las parejas) más de 5 segundos? ¿Por qué no tocamos a las personas tanto como tocamos a nuestros peluditos?

Durante las vacaciones visité Zamora y estuve por algunos pueblos donde había campos rocosos. Recordé cuando de pequeña, en los campamentos por la sierra madrileña, me descalzaba para subir por las rocas. Me gustaba mucho el tacto rugoso y duro de las rocas en las plantas de los pies. Si había alguna que fuera grande me tumbaba sobre ella intentando que la mayor parte de mi cuerpo estuviera en contacto con la superficie. Era un momento de paz y felicidad absoluta. Un instante pleno antes de seguir saltando con la sensación de ser un Mowgli cualquiera.

viernes, 31 de julio de 2015

Noviembre eras tú


Hay canciones que se alojan en ti. Canciones, películas, poemas, noches... y mujeres. Nada más descubrirlas se hacen un hueco, te erizan el alma y se encaraman a tus orillas convirtiéndose en marea.


Había luna llena cuando la conocí al sur de mis caminos. Al mediodía ya me había enamorado de su acento. Noviembre llegó con luz y calor, con volcanes y melodías, con susurros y amnesias contenidas. Noviembre me llenó de agua, de puntos suspensivos, de una hora demorada, abrazos y latidos.

Noviembre eras tú, intensa como aquella tarde en la penumbra de nuestra piel. Incienso, música, en mis pupilas Benedetti y de mis manos mil caricias. Noviembre lleno de aire fueron silencios, madrugadas y promesas al este de tu vida.

Y noviembre fue esa mujer que se retira.

Un sueño me seguía. Te esperé. Pasó la vida. Cuando volviste, el recuerdo de tu voz ya no dolía.

Noviembre, al norte de la lucha y siempre poesía.


Hay canciones que se alojan en ti... y mujeres que se alejan. Pero hay momentos en que las canciones desglosan los recuerdos. Y cuando escucho la guitarra y la voz rasgada aparece ese noviembre que esta noche ha venido a visitarme.

sábado, 25 de julio de 2015

Y tú de quién eres?


No sé si recordais que a mediados de mayo hice una entrevista de trabajo en la que lo pasé mal por las puñeteras bragas que llevaba. De resultas, me dije aquello de... "A las diosas pongo por testigas que nunca me volverán a apretar unas bragas!!"

Así que aproveché mi viaje a Nueva York para ir a un almacén que ya conocía y hacer acopio de unas bragas que me gustan y desde luego, no me aprietan. Como me traje un montón de bragas y calcetines, decidí que era el momento de limpiar el cajón de la ropa interior y hoy me he puesto a ello.

He recordado aquella época en que me dio por comprar calcetines de forma casi compulsiva... daba igual si la nevera estaba vacía pero necesitaba un par más de calcetines... si llega una guerra que no me quede descalza! No sé por qué fue aquello... Era tal mi afán por los "chinines" (como los llamaba de pequeña) que hasta le compraba pares a mis parejas o amigas. En fin, ya paso, eaeaea... pero de aquellos polvos, estos lodos y mi cajón está lleno de calcetines tobilleros. He aprovechado para tirar todos los que clarean o tienen pequeños agujeros. Ay!! si supiera coser...

Cuando me he puesto a seleccionar las bragas viejas que quería tirar, he encontrado algunas que no eran mías! Cuatro! cuatro bragas que no reconozco ni por tamaño, forma, ni color. Pero lo mejor de todo es que no tengo ni idea de quién son... Me he quedado mirándolas intentando averiguar a quién pertenecían y oye! es que ni idea... A ver, que mi casa no es un desfile de mujeres constante, ni mucho menos. Ultimamente tampoco recibo muchas visitas, pero es que no sé a quién se le ocurre irse dejando las bragas por ahí. Porque ninguna de las cuatro son de la misma persona. Y se me abren una serie de interrogantes...

- De quién son las susodichas bragas?
- Por qué las dueñas se las han dejado en mi casa?
- Se olvidaron de ellas en el fragor de la batalla o las dejaron a propósito como recuerdo?
- Traían de repuesto o se fueron con aquello al aire?
- Será que Lúa en su afán conquistador las apresaba y las ha ido escondiendo?

Lo cierto es que si estaban en el cajón de la ropa interior, es que previamente han pasado por la lavadora. Y no sé si agradecer a las susodichas que las dejaran en el cesto de la ropa sucia, o morirme de verguenza porque la mujer que limpia mi casa haya encontrado bragas sucias bajo la cama (o a saber dónde)

Recuerdo un ligue que tuve hace años que se empeñó en dejar un pijama para cuando venía a pasar la noche. Al cortar, no reclamó el pijama y se quedó allí meses hasta que me harté y lo mandé para Cuba con un atillo de ropa. Lógicamente las bragas han ido a la basura, así que si alguna de las que las dejó lo está leyendo... lo siento...

En fin, me temo que este misterio quedará sin resolver, pero no sabéis lo contenta que estoy con mis bragas nuevas!

jueves, 23 de julio de 2015

Aquella playa


No he vuelto a aquella playa desde entonces. Ni a escribir nombres en la arena. Y hace ya cinco años.

No, no he vuelto a aquella playa desde entonces. La arena aún guardaba la huella de su huella. La que depositó el verano anterior cuando fuimos juntas y que aún hay días que duele.



Después llegaría mi enfermedad, el año de baja, el curso de TR, las gatas... después llegarían otras pieles, con sus nombres, sus rizos, mil sonrisas y cien lágrimas, con dudas, lunas, canciones, temores y palabras.

Llegaste tú y no te supe ver. Sólo alcancé a adivinar tu presencia lejana y tu ausencia tan cercana. No te supe ver. Joder... simplemente yo no estaba.

Llegaron otras playas donde recalé, pero ya no he dejado mi huella. Ahora camino descalza, descubriendo la textura de la arena. Arrastrando los pies para evitar que formen letras.

En este tiempo he aprendido que cada una es dueña de lo que siente. Y atesora recuerdos de un pasado que sólo existe entre nieblas. Nos quedamos con lo que nos resuena.

Ahora mi memoria se viste de presentes. Y a veces miro a las mujeres que me rodean. Pienso si alguna es la que tenga que llegar. Si alguna habrá depositado ya su mirada sobre mí. O si ven más allá del afuera.

No, no he vuelto a escribir nombres en la arena. No quiero hacerlo. No creo que pudiera.


sábado, 11 de julio de 2015

Adiós W. Hola L!


Tanto, tanto tiempo que no sé ni por dónde empezar.

Me quedé en que había vuelto de Nueva York. Seguía con el ordenador estropeado hasta ayer que pude "arreglarlo". La solución ha pasado por cambiarme a Linux. Y aquí estoy, trasteando. Espero poder escribir más seguido a partir de ahora.

A finales de junio fue el cumpleaños de Lúa y Zoe... 4 y 12 años respectivamente... .Ya casi hace cuatro añitos que las tengo a las dos y me encantaría tener algún gatete más pero sé que Zoe se estresaría mucho y hoy por hoy me importa mucho más su bienestar que mis ganas gatunas. 

Peeeero el destino a veces decide por mí... y Tina, la asombrosa gata escapista apareció de nuevo. Se escapó de su casa y estuvo paseando por mi Bloque llorando como una desesperada durante tres días. Una madrugada desperté y la oí llorar en las escaleras así que salí y la recogí. La pobre estaba muerta de hambre. Tuve que encerrarla en la cocina para evitar que Zoe se peleara con ella. Cuando vino la impresentable de su dueña a recogerla al día siguiente me dijo que no le importaba que se escapase porque estaba en celo y quería que pasase por la experiencia de ser madre... Me quedé tan flipada que no supe qué responderle. Me imagino que no le habrá preguntado a la gata qué es lo que realmente quiere ella.

El finde del Orgullo me fui a la playa. El plan inicial era ir a la Mani pero ya os he dicho que el destino a veces decide por mí... y lo hace de un modo sabio... Necesitaba el mar. Necesito el mar de vez en cuando... y tuve la suerte de que me invitaran...





Sentir el agua que refresca tu piel. El aire, que se cuela entre los pliegues del cuerpo. El sol que se posa en tus pestañas. Y la apacible serenidad de saber que formas parte de un todo. Esa comunión con la mar, la tierra y el aire... 



Si, allí, contemplando los reflejos bailarines de la luz sobre el agua, reconecté conmigo. Son esos momentos en que me siento y me hago consciente de toda la belleza que hay, cuando consigo detener la vida un instante... el segundo que necesito para agradecer lo que me rodea y sentirme tan viva...

Gracias, por supuesto, a Rizos y a Ol por poner el marco ideal y los buenos momentos del fin de semana. 

Qué bueno contar con esas personas que suman, que sacan lo mejor de ti, que te acompañan en esos viajes del afuera al adentro. Y vuelta.



miércoles, 17 de junio de 2015

Otra vez como si fuera la primera


Ya está. Ya fui a Nueva York y ya volví. Aún ando asimilando las vivencias y la intensidad de este viaje mientras me destroza el jet lag. Paso el día quedándome dormida por los rincones y de noche me espabilo. Sólo espero que se pase pronto porque no soy persona.

En algún momento he pensado que no merecía la pena el viaje por lo mal que lo estoy pasando desde el domingo, pero no es cierto. He vuelto a la ciudad que me encanta, que no deja de sorprenderme y he recorrido lugares nuevos, donde no llegué hace dos años. Me he sentido neoyorkina en muchos momentos. Que ya sé que es una gilipollez, pero es mi gilipollez y me siento feliz con ella. Me he manejado muy bien en el metro, he adivinado la calle que venía a continuación, el edificio que estaba a punto de aparecer a la vuelta de la esquina... supongo que años de mirar fotos, de buscar lugares en el mapa, me han hecho un poquito de allí.

Fue maravilloso el paseo en barquito al atardecer, el recorrido en solitario la última mañana por Central Park, los grafitis de las últimas avenidas, la visión de Manhattenge, el mercado de Chelsea, la langosta de Maine, las vistas nocturnas desde el Empire, encontrarme la bandera gay izada en Wall Street y la cantidad de bollos visibles y masculinas que fui viendo. Me llamaron mucho la atención las mujeres negras. Algunas eran muy atractivas y otras tenían una fuerza en el rostro y una energía increíble. Me encantó una policía que a la salida de Central Park le pregunté si sabía dónde estaba el metro más cercano y me dijo "si". Se me quedó cara de pava. Cuando al segundo caí en que me estaba vacilando nos empezamos a reír las dos con la broma y charlamos de forma distendida.

Pero no os puedo mentir... el momento que más odio de los que he pasado allí, tiene que ver con el que más me ha gustado... Me enteré por Internet de que mientras yo estaba haciendo el gilipollas en Chinatown, las protagonistas de Orange is the new black estaban en Times Square presentando la 3ª temporada. Me tiré de los pelos y me faltó tiempo por la noche para ir hasta allí a ver el escenario que habían montado. Y al llegar me encontré a un montón de mujeres con el uniforme de la cárcel, promocionando la serie junto a los cilindros con las imágenes de las protagonistas..... Si, hice nuevas amigas y allí mismo me declaré al cilindro de Alex Vausse!

He descubierto que aún tengo la capacidad de ver la ciudad como si nunca hubiera estado. Espero que algún día pueda repetir la experiencia. Aunque no será repetir porque hay tantos aspectos diferentes de Nueva York que cada vez es un viaje distinto.


















jueves, 21 de mayo de 2015

A solas con Therese


Hacía tiempo que no lo sentía... la querencia urgente, la necesidad de arrancar minutos al día para tener un pequeño espacio en el que aislarme con un libro.

Si. Porque muy de vez en cuando, un libro me toca de tal manera que necesito seguir leyendo... lo absorbo, prácticamente me lo trago en un frenesí de pasar hojas, de empaparme de la historia, de avanzar con ella... y cuando no encuentro ese tiempo libre, cuando mi vida está ocupada por la rutina del trabajo, o por los momentos que comparto con otras personas... tengo el mono de agarrar de nuevo el libro. Rememoro los fragmentos que más me gustan, me deleito con las imágenes que me provoca y evoco sin cesar esas sensaciones físicas y realmente vividas que me anegan.

Carol... El precio de la sal.... Carol no es un libro. Es mucho más que eso. Carol es un sentimiento, es un momento de mi vida, cuando aún creía que todo era posible. Carol son tardes cálurosas y llenas de luz como entonces. Porque tuve la inmensa suerte de que mi hermana me regalara el libro hace 20 años. No recuerdo de qué manera lo descubrió. Me habló de él y me lo terminó regalando mientras depositaba en mis labios la bella pronunciación del nombre de la protagonista.

Y Carol me poseyó. Se adueñó de mis ensoñaciones como lo está haciendo de nuevo ahora. A través de sus páginas recreé los prolegómenos de una relación. Desde entonces, es la parte de mis relaciones de pareja que más me gusta... cuando todo flota en el aire justo delante de mí y nada se ha dicho. Cuando cada gesto no es casual. Cuando la levedad refleja tanta intensidad que apenas puedes respirar.

Y ahora, después de 20 años, las sensaciones son muy parecidas. Vuelvo a imaginar una flecha atravesando el cielo por primera vez. Vuelvo a ver unas manos extendidas y alguien que llueve sobre mí. Y vuelvo a volar a través de su noche de estrellas de agua.

Me emocioné cuando supe que Todd Haynes había dirigido la película. No podría haber un director mejor para esta historia. Y aunque suene extraño, no soporto la espera para verla. Siento la misma necesidad de ver ya la película, que de seguir zambulléndome en sus páginas estos días. Cuando llego a casa, cierro el libro y me reincorporo a la vida con la ilusión de encontrar otro momento para quedarme a solas con Carol y Therese.

Porque hay historias que se te incrustan en el alma y ya no te abandonan nunca. Te siguen provocando un torrente de emociones aunque hayan pasado 20 años desde que las descubriste.

domingo, 17 de mayo de 2015

Palabras que olvido

Si, ya sé que dije que no quería abandonar el blog. Se me estropeó el ordenador hace unos 15 días. Me tocó especialmente las narices porque de repente tenía muchas ganas de escribir, de verter sentimientos y emociones por aquí.
Iba por la calle pensando en cosas y me decía, de aquí sale un post. Pero ante la imposibilidad de escribirlo en el ordenador, caia en el olvido.

Aquí estoy, con tantas palabras olvidadas estos días pasados...

Hice una entrevista en mi empresa para un puesto en otro departamento. La cosa quedó ahí, no me volvieron a decir nada. La entrevista fue agobiante porque llevaba unas bragas que me apretaban las i gles. El término correcto fue que me las estrangulaban. Y así no me salía ni la voz.  Lo comenté en facebook y hubo una campaña generalizada a favor de que me las quitara y las guardara en la mochila. Pero ya me ha pasado alguna vez, que luego se me olvidan y al sacar la tarjeta de entrada a mi empresa, el guardia de seguridad ha visto como salía enganchada alguna prenda interior.
Ni que decir tiene, que me dejé las bragas puestas.... una es muy decente.

Quedan unas 3 semanas para el viaje. Ya tengo todo lo gordo reservado. Sólo faltan los itinerarios. Mi familia sigue sin involucrarse y empiezo a estar más que harta de estar haciendo yo todo. Ganas me dan de llegar y e irme por mi cuenta a ver las cosas que me faltan.

Me siento un poco satélite en mi familia. A eso se une una antigua herida personal que pensé sanada y he descubierto que sigue ahí. Paciencia, todo lleva su tiempo. Dejo que las cosas se vayan colocando y como oí ayer... defiendo mi sombrero por ridículo que parezca.

domingo, 3 de mayo de 2015

Es suficiente


Me gustan estos días previos a que llegue el calor. Las tardes parecen mecerse entre el sol y la brisa, dejando mi barrio lleno del olor a la primavera.
Me gusta pasear y ver cómo caen a mis pies los "quesitos" de los árboles de la Ronda. Contemplo  la quietud del cielo, co alguna nube migrante. Miro los árboles que en cuestión de una semana se han poblado de hojas verdes. Los pájaro retornan al nido que alguno hizo delante del balcón.

Son días de incertidumbre por temas laborales. Días de pensarme mucho y oirme poco. Momentos de respirar y atravesar zonas de confort. El ruido interno contrasta con el sonido del oboe que escucho cuando camino respirando la dulzura de esta estación.

Mayo se adivina lleno de emociones. Mi mes preferido, inundado de luz mágica, me llevará en unos días a la Gran Carpa. Allí me quitaré el disfraz de adulta para que mi junior disfrute con las proezas del Circo del Sol. Después veré a Asier Etxeandia, cumpliendo un deseo musitado. Y si hay suerte, un bonito reencuentro con mi hermana antes de cruzar el charco.

Sólo tego que dejarme ir y preparar mi piel para esas emociones que prometen alterarla.

Si, miro al cielo y pienso... es suficiente.

martes, 28 de abril de 2015

Nueve días

Por hoy, basta. Ya vale. Ha sido un día intenso. He salido de casa por segunda vez en  nueve días. La bronquitis me sigue dando por saco y me ahogo en cuanto intento reír.  Pero hoy no ha sido un día de risas. He visto llorar a Farala, me he emocionado con el poema de Auden, me he entristecido con Siempre Suya y Laquetecuén.

Hoy es uno de esos días en que agradezco a la vida cuanto tengo. Pero no es una frase hecha. Soy consciente de lo afortunada que soy y hasta agradezco la cotidianidad.

Después del taller de Literatura me he ido con Arpo a tomar algo, ponernos al día. Ella me pregunta y al hacerlo, me obliga a poner en perspectiva las cosas.

Vuelvo a casa y quiero escribir a Nepo, preguntarle una cosa a Farala, recoger un poco la cocina, ver el documental que voy a proyectar en el próximo Cine Fórum... Pero no. Por hoy, basta. Dejo todo eso para mañana.  Hay días en que piensas que ya has hecho todo lo que podías, que has ganado todas las batallas que tenías que ganar, o quizá las has empatado. Tal vez simplemente las has luchado. Era tu única opción.

Mañana será otro día.

martes, 21 de abril de 2015

Retazos

Que si... que lo confieso... que os ando poniendo los cuernos. Que ando liada con otro blog. Y soy boba, porque el otro no me da ni una cuarta parte de las alegrías que me da este.

Estoy escribiendo en un blog que he abierto para mi familia con cosas de Nueva York. Como anticipo del viaje que haremos al final de la primavera.

Quizá tampoco escribo mucho aquí porque mi vida ultimamente esta hecha de retazos, de pequeños momentos donde habito en medio de este caos rutinario de vida que llevo. Si, pequeños momentos en que siento al fin que soy yo misma, en los que me siento absolutamente a gusto en medio de otras personas.

Hace unos días iba con unos amigos en coche por la carretera de Valencia. Me dieron ganas de gritarle al bueno del que conducía.... no pares!! Sigue hasta Valencia. Aunque lleguemos de noche... vayamos a ver el mar a la luz de la luna....

Me descubro con unas ganas locas de ver y pisar el mar. Seguro que pensais que es fácil... 4 horas me separan de una playa... pero la necesidad que siento es de escapar... en el amplio sentido de la palabra, no de hacer una viaje planeado. Eso sería una rutina más en mi vida.

Tal vez u8n día de estos me sorprenda a mí misma haciendo cualquier locura... como aquel día en Ctambrils, cuando se suponía que tenía que estar ya en Madrid y andaba tirada en una playa solitaria como dios me trajo al mundo, acompañada de Rizos... aquel fue uno de los mejores días de mi vida por lo que tuvo de espontáneo.

Me he propuesto dejarme llevar y decir que si a cosas a las que antes diría que no. Cambiar la manera hará que cambie el resultado... digo yo. Y de momento me ha servido para llegar a algún lugar desconocido para mí. .. como este...






lunes, 13 de abril de 2015

Okupa-da

Esta mañana cuando salía para trabajar se me ha colado una gata en casa. Debía estar en las escaleras de la Comunidad y en cuanto ha visto que he abierto la puerta ha entrado disparada.

Zoe en ese momento estaba en la puerta de la cocina. Acababa de desayunar y se estaba relamiendo cuando ha visto correr por el pasillo a la minina.

Me imagino que ha pensado...aaaah no! Hasta aquí hemos llegado. Tuve que aguantar hace 3 años que me metieran a la pequeñaja de ojos azules. Pero no paso porque me metan otra!

Se ha ido detrás de la gata bufando como una loca y con ganas de gresca, que se lo he notado yo. En el salón la okupa se ha metido bajo el sofá y no había manera de sacarla. Por otro lado, yo me tenía que marchar porque hoy llegaba el jefe nuevo y no podía retrasarme aduciendo que se me ha metido en casa una desconocida.

Me he encomendado a San Minino y me he marchado pensando en lo que quedaría de mi casa cuando volviera. Por suerte, una amiga se ha podido acercar a  media mañana y hacer que la gata  desconocida y fascinante se fuera a la cocina.

Allí me la he encontrado al volver. Agazapada entre el microondas y el termo con todas las ganas del mundo de bufarme.

La he puesto comida, agua, un arenero improvissado... he puesto carteles en la Comunidad y en los portales de la manzana. De momento no ha habido suerte... Espero que no tarde mucho en aparecer el dueño porque yo no le caigo bien a la okupa y ella no le cae bien a Zoe y Lúa.

Y a ver quién es la guapa que la coge para llevarla al Veterinario... Me he pasado media hora intentando meterla en el transportín para que duerma segura y no ha habido manera... Pongo una foto por si diera la casuelidad de que llegase a alguien que la eche en falta.




sábado, 28 de marzo de 2015

El sentido adormecido

Hoy te he olido. Bueno, no a ti, exactamente. Estaba en un bar, en Lavapiés. Charlaba con unas amigas y de repente me ha llegado un olor que he reconocido al instante. He tratado de seguir el rastro de ese olor y de manera inconsciente te he buscado entre la gente. Pero no, no estabas.

Me he sorprendido al darme cuenta de que no recordaba en absoluto tu olor hasta que lo he olido. Y en ese momento lo he identificado perfectamente contigo.  De nuevo he posado mi nariz en tu cuello como hacía al abrazarnos. Y he vuelto a aquel frío colchón y las velas que nos iluminaron aquella noche. He vuelto a las sombras que bailaban sobre la pared mientras nuestros cuerpos ejecutaban la lenta danza del sexo. La habitación guardaba otros olores intensos pero el tuyo me anegaba. Y ese olor se transformaba en mi deseo. Si...cómo te deseaba. Cada célula de mi cuerpo te estuvo buscando durante meses hasta que te encontró. Hasta la tarde de sofá en que se entrelazaron las caderas y dejamos atrás el único sentido que nos incomodaba, el sentido común.

Aquel deseo dolía.  Dolía mirarte y verte sonreír. Dolía tocarte y notar al momento las corrientes que me erizaban el vello. Pero sobre todo, dolía saber que calmar aquel deseo nacido de la honestidad, sólo traería silencio. Que la intensidad se diluiría entre líneas y espacios. Que abrirías la veda del reproche. Que mi nariz ya no buscaría tu olor. Hasta esta noche.

Esta noche te he olido. Pero ya no eras tú. Erais todas las mujeres que alguna vez deseé. Éramos nosotras danzando al son de las pieles y de todo lo que hay más allá y casi nunca alcanzo a tocar.

Mi sentido adormecido ha despertado y de la manera más primitiva me ha recordado cuánto te deseé. Algunos olores, como el tuyo, quedan anclados en el subconsciente. Pero no, no vivo de recuerdos. Hace mucho tiempo que vivo de amnesia. Tal vez haya llegado el momento de que todos mis sentidos se activen de nuevo.

lunes, 23 de marzo de 2015

Encuentros, desencuentros y hallazgos

Sigo escribiendo los domingos. No sé cómo lo hago pero es cuando encuentro el remanso de paz que necesito para sentarme al ordenador. El resto de los días me voy liando yo sola.

Han trasladado de centro de trabajo mi departamento. Incluso nos hemos cambiado de ciudad. Ahora, llegar a mi trabajo se convierte en una aventura diaria que a lo tonto me genera estrés. Mi nueva oficina es más amplia y hemos descubierto que en la cafetería dan unos pinchos de tortilla impresionantes a 1 euro. Esto último no sé si meterlo en la lista de pros o contras... El cambio me ha permitido reencontrarme con gente que hacía al menos dos años que no veía. Incluso a algunos que conocí al entrar en la empresa hace ya 21 años. Les veo con la misma cara pero noto el paso de los años. Supongo que quien me recuerde o reconozca pensará lo mismo.

Hoy el el cumpleaños de mi padre. Le preparé de regalo unas galletas que llevaban impresas fotos de su vida. Todo comestible. Le hizo mucha ilusión verlas pero no se las quiere comer. Está pensando en "enmarcarlas" y por más que le digo que se van a poner pochas no hace caso. Con las ganas que tenía yo de comerme su galleta de bebé...

Cuando fui a recoger las galletas pasé por una librería y se me ocurrió entrar. Allí encontré a precio de saldo, el último ejemplar que les quedaba de un maravilloso libro...


Qué posibilidades había de que yo entrara en la tienda ese día, a esa hora y encontrase el último ejemplar?
Casualidad? quizá la misma que me hizo buscar de nuevo unas figuras de Lego que llevaba buscando casi un año. Lego había anunciado oficialmente que no iba a volver a producir las figuras de las mujeres científicas. Removí cielo y tierra y las encontré pero a precio de mírameynometoques. Hace unos días, tras leer el comentario de alguien en facebook, busqué de nuevo y las encontré a la venta en el Corte Inglés a precio de buenovengava!

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Esta tarde fui a un cine madrileño, propiedad de la SGAE donde hacen ciclos de películas. En esta ocasión es un ciclo sobre "Amigas". He visto por primera vez Pepi, Luci, Bom... y a la salida, he visto (en este caso no era la primera ni la segunda vez) a una mujer con la que hace un tiempo tuve una cita muuuuy fallida. Ha pasado por mi lado y ni me ha saludado. Ya ha ocurrido otras veces... digo lo de que esta tía me vea y no me salude. Y no entiendo qué la lleva a hacer como que no me conoce. No sé, últimamente me tropiezo con bastantes tías gilipollas. Alguna incluso lee mi blog, que es lo que más absurdo me parece. 

domingo, 15 de marzo de 2015

Latidos


Me quedo extasiada viendo como Ana y Sara tocan la txalaparta juntas. Tiene algo mágico el movimiento de los brazos golpeando con los palos la madera. El improvisado ritmo, la fuerza y energía, el sonido cambiante... Veo a Sara girar la cabeza en ese gesto que repite cuando toca. Se abstrae de lo circundante y se concentra en la suma de sonidos.

Cada golpe suyo contra la madera me ancla a la tierra. Mi cuerpo recibe el sonido y junto con él, la energía y vibración que desprende la txalaparta. Y cada nota me evoca el motivo por el que me gusta la percusión.

Primero fueron las manifestaciones donde perseguía a los grandes tambores, después llegó la temporada de los cuencos tibetanos y al final de todo ese proceso encontré la batucada.

Aunque la clave la descifré en el colegio, no la había vuelto a recordar hasta ahora. Allí, en la clase de música había un pandero de sonido grave. Me entretenía golpeándolo al ritmo de mis latidos simulando que aquel instrumento era un corazón enorme lleno de vida.

Si, cuando ensayo con la batucada siento que el sonido del repique que toco es el propio sonido de mi corazón. Sara me lo recordó en la fiesta y sé que nos une ese sentimiento. Nos lo trasmitimos cuando nos abrazamos. Mis compañeras me dicen que toco muy alto, lo que traducido a un lenguaje coloquial significa que le doy bien fuerte. Tal vez sea porque necesito escuchar mi corazón entre tanto bullicio, necesito saberme viva por encima de todo.



martes, 10 de marzo de 2015

El abrazo que desata


Acudiste a mí y sin mediar palabra me diste un beso tierno en los labios. Tal vez habría echado de menos que las bocas permanecieran unidas. Pero sólo porque nada me hacía presagiar lo que ocurrió a tu lado.

Nos abrazamos y el tiempo se detuvo. Cesó el sonido de la batukada. Se apagaron las voces de las mujeres que nos rodeaban y perdí la conciencia de dónde estaba. Tan sólo éramos tú y yo en un nuevo espacio construído.

Quedémonos a vivir en ese abrazo. Más allá de mis demandas y tus sentencias. Más acá de dudas o pasados.

Por un momento olvidé tantos temores. Sentí que en tus brazos se deshacía el nudo que me apretaba y mis pensamientos de nuevo llegaban reposados. No hubo más que sentimiento. No hubo menos que ese abrazo.

martes, 24 de febrero de 2015

Abandono

Qué abandonado te tengo, blog... y qué abandonada me tienen a mí las palabras... Apenas llegan, ya no siento aquel cosquilleo, cuando pugnaban por fluir hacia los dedos y terminar desparramadas por el teclado, buscando un determinado orden. No el habitual de sujeto y predicado, sino el orden preciso de mis pensamientos y sentimientos.

No están. No llegan. Las espero paciente cada día y no acuden a su cita. Y me siento afónica. Sin voz. Sin capacidad para expresar. Sin inspiración. La duda es si esas palabras no llegan debido a la rutina o a la desidia, o tal vez a una falta de esperanza e ilusiones que me supera desde principios de año.

 Paso los momentos muertos repitiendo rudimentos de percusión. Me descubro tatareando ritmos y cortes de la batucada. Las notas han sustituido a las palabras pero no puedo entablar un diálogo con ellas. Diálogo.... diálogos...

Vuelvo mi vista a los proyectos que quedaron aparcados hace un par de años por falta de energías mías e implicación ajena. Tengo ganas de sacar adelante al fin esos proyectos tan asociados a la visibilidad de mi propia vida y del colectivo. Tengo claro que la cercanía de Alondra tiene que ver con esa necesidad y esas ganas.

Ella propone, dialoga, acuerda, apoya, actúa. Si, Alondra siempre está y acompaña con su voz y sus actos. Ahora más que nunca.


domingo, 8 de febrero de 2015

De domingo a domingo


¿De qué sirve ver un montón de pelis si luego pierdo en la porra de los Goya con quien no ha visto ninguna?

Releo libros de hace tiempo y me sorprendo al leerlos de un modo diferente. Qué distinta recordaba alguna historia. El tiempo cambia a las personas y ya no soy la misma que leyó aquellos libros, ahora el acento lo pongo en otras cosas.

Vuelvo a ver películas relacionadas con Nueva York y dejo que la ilusión por mi segundo viaje a Manhattan vaya sembrando su semilla. Despacio. Poco a poco. De momento siento que vamos a ser los Martínez Soria por la Gran Manzana, pero soy incapaz de aventurar lo que ocurrirá una vez que estemos allí.

Contemplo los puentes que me dejé sin recorrer la otra vez. Quizá este año tenga la oportunidad. De momento son los únicos que que podré transitar por ahora. Y es que los que tengo más cerca son todos tibetanos.

Me siento improductiva. No en un sentido laboral, sino personal. Como si los esfuerzos que hago con algunas cosas no sirvieran de nada. Y eso agota mis energías. Improductiva y ajena. Parece que la vida transcurre por un sendero paralelo al que yo recorro. Sensaciones que me dejan un poso amargo y en silencio durante días.

domingo, 1 de febrero de 2015

Mis tardes de domingo


Hace muchos años, mis tardes de domingo eran de sesión continua. Eso si, de tele. Después de comer nos sentábamos donde nos correspondía a cada uno. Mis padres y mi hermano en el sofá, yo en el suelo. Y poníamos las películas que iban alternando la 1 y la 2. Cuando terminaban yo me quedaba viendo aquel maravilloso culebrón infantil... Candy Candy, mientras mi padre se iba al salón a leer escuchando de fondo la radio con los resultados del fútbol y mi madre planchaba en la cocina.

Aquellos eran los sonidos que me acompañaban... el programa deportivo de radio y los ruidos de la plancha... el vapor que salía a trompicones y el pequeño golpe que mi madre daba cuando la depositaba en la tabla.

Años después dedicaba los domingos a ir al cine. Sentada en la sala oscura, a solas o acompañada, me relajaba. Dejé de ir tanto al cine porque las salas ya no eran silenciosas y nunca me gustó oír conversaciones de fondo.

Ahora los domingos son días para nada. Sigo viendo mucho cine. Hoy, La teoría del todo, que me ha emocionado como hacía tiempo que una película no me emocionaba. Me ha recordado aquella excursión maravillosa que hice a Cambridge con mi hermana.


Sola en casa, con Lúa tumbada sobre mis piernas y Zoe durmiendo a mi lado, el sonido del domingo ha sido escuchar la respiración contenida de Felicity Jones y el pensamiento constante de Eddie Redmayne en la película. De fondo, las campanas de la Almudena y alguna sirena de ambulancia que la acompañaba. Simplemente, el rumor de la vida que pasa.





sábado, 31 de enero de 2015

Sin parar

Tengo la sensación de que no paro, de que me paso el día haciendo cosas, que tengo demasiada actividad, para lo que soy yo. Un momento después pienso que en realidad no hago nada, siento un bloqueo tremendo que me impide avanzar, que me deja anclada y enfadada. Y así voy, a trompicones y como los tentetiesos...

Las últimas semanas han estado llenas de malos rollos, historias que me quitan la energía, que hacen que pierda la calma. Al final son gilipolleces que mantienen mi atención en el afuera. Quízá es una manera absurda de defenderme, como lo de pasar tantas tardes fuera de casa, para no quedarme a solas y escucharme... puro escapismo. Estoy hecha una Houdini.

Lo bueno es que estoy viendo un montón de pelis, leyendo libros que me apetecían desde hace meses (me ha encantado Canciones de amor a quemarropa) y preparando mi segundo viaje a Nueva York.

La noche de reyes me echaron las cartas. Nunca he creído en eso, pero me dijeron algo que me resonó a propósito de mis relaciones familiares. Y supongo que estoy empeñada en que el viaje familiar a la Gran Manzana sea un recuerdo de esos que pueda guardar siempre con cariño. Aunque en mi imaginario nos veo aterrizando en el JFK como Paco Martínez Soria con la maleta y las gallinas.

lunes, 19 de enero de 2015

¿Estas cosas sólo me pasan a mí?


El principio de año ha sido bastante desasosegador. La muerte anunciada de mi tío se produjo la noche del día 6, así que empecé mis vacaciones pendientes del año anterior con un tanatorio y un entierro.

La vuelta al trabajo ha traído consigo la noticia de un cambio en mi centro de trabajo. Nos mudamos a la sede central de la empresa y el cambio en si conllevará una rebaja en el dinero que percibo anualmente así que no estoy muy contenta que digamos.

Pero entre tanto momento amargo, ha habido un par de situaciones de esas que cuando las recuerdas al cabo del tiempo, terminas riendo bastante.

En mis cortas vacaciones me fui a un spa, a "tomar las aguas". Dejé las cosas en la taquilla que había en el vestuario y corrí presurosa en busca de las burbujas del jacuzzi y los chorros de la piscina. Cuando terminé el circuito, descubrí con horror que la llave de la taquilla había desaparecido de la pulsera de goma que llevaba en la muñeca. Muerta de frñio, en bikini y tapada escasamente por la toalla, tuve que salir a la recepción a decirle al encargado lo que había ocurrido para que me dejara la llave maestra de las taquillas. Mi gozo en un pozo... no existía dicha llave. En un momento me vi como aquella bloguera que se olvidó la toalla y al salir de la piscina tuvo que secarse con su propio abrigo.

El encargado me pidió que esperase a que terminara una gestión y me ayudaría a buscar dentro del spa. Mi acompañante ya estaba seca y vestida y yo seguía tiritando. Al cabo de media hora, apareció la llave en el fondo del jacuzzi. Estaba mimetizada con el fondo azul pero tuve la suerte de que una chica la pisara. Si no, ya me habría sacado algún zaping en la tele como la loca del bikini en enero por la Gran Vía.

Y para rematar el fin de las vacaciones tuve el funeral por mi tío. Metidos en el coche en un atasco de cojones y con los nervios de mis padres a flor de piel descubrí con horror que se me habían roto los pantalones que llevaba. Y no era un agujerito, no... un agujero en la zona baja del pubis, junto a la cremallera,  por donde cabrían dos dedos (no seais mal pensadas) mas una raja que iba descendiendo por la pierna. En ese momento las bragas de colores ya asomaban y era difícil, por no decir imposible, disimular el estropicio.  Así que me callé para no caldear más el ambiente, dejé caer sutilmente el pañuelo que llevaba al cuello y entramos en la Iglesia, directos a un banco de la primera fila con 10 minutos de retraso. Ignoro si alguien percibió mi curiosa forma de avanzar por el pasillo, con un estilo a medio camino entre una gheisa y chiquito de la calzada.

Creo que he acumulado en una semana los momentos surrealistas de todo el año. No more please!!

miércoles, 7 de enero de 2015

Daisy en Naciones Unidas


Este comienzo de año ha sido horrible. Cuando estoy mal me olvido de mirar las nubes o de ver atardecer, que siempre me da paz. Pero la vida pone ante mí momentos buenos y en cuanto me hago consciente, me aferro a ellos para seguir adelante.

Aunque en la tradición de mi familia los regalos llegan el 24 por la noche, este año han venido también los reyes! El mejor regalo en realidad que he tenido estas fiestas ha sido el reencuentro. Con alguien que supe que me sumaba desde el día que nos conocimos. Y con otra amiga que está cerca, pero con la que sentía que no me podía comunicar bien ultimamente.

La noche de reyes estuvo llena de abrazos, palabras, de risas, de canciones y bailes, acompañada de una luna llena enorme y preciosa y sobre todo de una sensación de calidez increíble. Me sentía en casa entre esas personas que sacan lo mejor de mí. Y sobre todo sentí alegría, una alegría que llegaba a mi corazón por primera vez desde hace mucho tiempo. La alegre sensación de saberme viva y ser consciente de que en ese momento era feliz.

Me llevo de recuerdo de esa noche un detalle que tuvieron las anfitrionas. Una Daisy morada, por aquello de que yo soy "la de morado" casi siempre. Representa mi yo femenino, que también lo tengo. Cuando volví a casa, se empeñó en que la llevara de excursión con otro regalo que me han dejado los reyes.

 


Si sale adelante el proyecto de vacaciones familiares de este año, me llevaré a Daisy para que pueda ver las Naciones Unidas en directo.

Mientras tanto, espero disfrutar de muchos buenos momentos como los de estos días. Y contar con la compañia de esas personas que me suman.


jueves, 1 de enero de 2015

Él tiempo que corre


De Navidad a Nochevieja... qué cena más triste.

El tiempo corre demasiado cuando estás esperando una llamada que confirme una muerte anunciada.
Comienzo un duelo prematuro y preparatorio, mientras asisto al derrumbe de los más fuertes. Qué duro es ver llorar a Superwoman como si fuera una niña.

Este año no empieza bien, no.

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