lunes, 18 de julio de 2016

Me diste media noche

Hace ya algún tiempo, durante mi año de baja por ansiedad, una mujer se enamoró de mí. Yo estaba en el peor momento de mi vida y ella, en cierto modo en el mejor... al fin se permitía abrirse a las mujeres, después de una vida en el armario. Dio conmigo y a lo largo de las muchas horas que hablamos esos meses fue enamorándose de mí.
Yo no podía corresponderla de ninguna manera. No sentía lo mismo. Intenté no herirla. Siempre fui muy sincera con ella porque yo estaba enamorada aún de la activista coqueta, aunque para entonces, nuestra historia estaba acabada.
Hace poco me reencontré con esta mujer y parafraseando a Vanesa Martín, de modo tranquilo la dije... "Pasaste por mi lado y no te supe ver". En realidad, todo se resume en eso...

Llevo días pensando en que se tienen que dar muchas circunstancias para que conozcas a alguien que te atrae de verdad. Pero lo más importante es que coincidas en el momento.

Puedo estar a tu lado en el cine, que se despierte mi olfato y aspire tu perfume, tu olor personal, esa mezcla de colonia y piel. Puedo escuchar tus suspiros y que tú oigas los míos, que nuestras respiraciones profundas se acompasen cuando vemos caricias, o leemos cartas. Puedo sentir tus lágrimas de emoción y tristeza cuando vemos un andén vacío, cuando percibimos que nuestra lucha como mujeres libres se rinde ante el egoísmo de una madre. Podemos morir de rabia, al escuchar que una mujer no es capaz de coger un tren que cambiará su vida, que la llenará de besos y abrazos, de ternura y pasión, que la hará feliz.
Podemos sentarnos frente a frente, en un bar cualquiera y hablar durante horas. Puedo sonreir al sentir la diferencia de acentos, los dos con tendencia marina. Mediterránea tú y Atlántica yo.
Podemos apropiarnos de las calles, sentir que Madrid es nuestro, descubrir las piedras con las que la construyeron. Y hacer planes, puedo proponerte fotografas americanas o artistas japoneses. Habrá tiempo.
Puedo ponerte ante los ojos toda la felicidad tranquila del mundo porque existe, es real, creo en ella.
Pero tal vez no sea tu momento. Tal vez no coincidamos. Tal vez llorabas en el cine recordando el dolor de una ruptura y suspirabas porque aún resonaban los últimos reproches. Tal vez te gustó la carta porque era un medio de ponerse en paz con quien no podía ser. Tal vez me mirabas a los ojos porque en ese momento no habia nada más que mirar. Tal vez... En realidad, no sé qué es lo que pasaba por tu cabeza mientras me sentías a tu lado en el cine, mientras oías mi respiración profunda o mis lágrimas sin disimular. No sé si hubieras querido prolongar el paseo, si me hubieras mostrado la historia de Madrid. No sé si te hubiese gustado que te guiara con mi mejor orientación, no sé si me dejarás algún día que te enseñe mi oeste, mis orillas...

Sólo sé que me diste media noche. Lo único que tal vez puedas darme en este momento. Y en esas horas fui feliz.

jueves, 14 de julio de 2016

Auditivamente kinestésica

Llevo toda la semana absolutamente descentrada, pensando en lo que pasará en los próximos días. Visualizando, que me han dicho que da resultado...

Así, el martes me tenía que ir a Tres Cantos, a un curso que me iba a dar mi empresa. Pero por aquello de que se me va la olla muymucho, a las 8 estaba sentada en mi puesto de trabajo en Alcobendas. La cara de mi jefe al verme allí sentada fue un poema. La mía cuando me di cuenta del error, mejor no la describo.
Total, fui al día siguiente. En el curso explicaron que hay tres tipos de personas basándose en teorías psicológicas. Visuales, auditivas y kinestésicas. Y por lo que estuvieron comentando, yo tengo gran parte de la tercera, aunque también presento rasgos de la segunda. Por si no conocéis el tema, os diré que las personas kinestesicas tendemos a captar la realidad y a relacionarnos con nuestro alrededor, a través de las sensaciones corporales y las emociones.

Me gusto lo que nos estuvieron comentando, el saberme reconocida y el poder ponerle nombre a cosas que siento. No me atreví a preguntarlo, pero me huelo ademas que mi sinestesia tiene que ver con que sea kinestésica.

Y una vez que le pones nombre a algo, echas la mirada atrás y te das cuenta de que ahí ha estado siempre. Declararme a menudo yonki de sentimientos, mi gusto por los abrazos, por los masajes sensitivos y esa necesidad de vivir momentos especiales como forma de ser feliz.

Hay momentos en mi vida que guardo en esa cajita especial de la memoria. Momentos que aunque desprovistos de importancia objetiva, se han quedados anclados en mi alma como los mejores que he vivido. En muchos de ellos reconozco un rasgo común. Para mí han sido hermosos, han tenido una particular belleza que me ha traspasado la piel y me han llenado de sensaciones físicas y espirituales.

Para San Juan, me fui con mis heteras a casa de una, que se ha mudado a El Campello. Tenia muchas ganas de playita, de sentir el sol y sobre todo el agua. Tuvimos la suerte de que había luna llena para la noche de San Juan y la ocasión propició que cumpliera uno de mis sueños.
De madrugada y tras quemar el papel con lo que quería alejar de mí, decidimos bañarnos. La temperatura del agua era perfecta y junto a nuestra hoguera, se extendía sobre el Mediterráneo, el reflejo de la luna llena. Siempre había pensado que el reflejo de la luz en el agua era ficticio, de los que al acercarte tú, se va alejando... pero no.

Me desnude y me fui adentrando en el agua. Sentí que ese mar me acogía al tiempo que mis ojos apresaban la belleza del momento. Rodeada de amigas, era casi incapaz de articular las palabras que necesitaba. Fue pura belleza, plenitud, comunión con el agua y la luna, elevada justo encima de nosotras. Fue calidez y amor por este planeta y esta vida que me ha sido regalada. Fue magia y marea. Fue murmullo de olas y latidos. Fueron lágrimas ligeras de emoción.

Fui piel.




martes, 12 de julio de 2016

La espera nunca es dulce

Hace unos días escribía en el facebook esa cita tan conocida.... Cuando yo me muevo, el Universo se mueve conmigo... y añadía, aunque ninguno de los dos sepamos dónde vamos a ir a parar.

Y es cierto, en las dos últimas semanas se han movido muchas cosas en mi vida, para lo estable que suele ser todo. Temas laborales, temas personales.... No sé si sera un simple "remover" para que quede como estaba o si de verdad habrá cosas que cambien.
El caso es que he movido ficha en varios temas y ahora estoy a la espera de que sucedan cosas. Y no, la espera no es dulce. Ni siquiera es una espera calmada.

En estos días que hemos tenido de tormentas en Madrid me he descubierto con ganas de bajar a la calle y empaparme, de dejar que la lluvia descargara sobre mí, simplemente por tener la sensación de que ya me estaba ocurriendo algo. No soporto estar al otro lado. Esperar una llamada, un mensaje, una reacción... nunca se me dio bien esperar cuando actúo.
Me puede la ansiedad, los nervios me terminan pasando factura y suelo terminar cagándola de un modo u otro. Así he conseguido casi dominar el arte de perder.

Ayer, una amiga me afeó un comentario tonto que hice sobre ella. Le dolio lo que dije, pero para hacérmelo ver, utilizó un argumento manipulador que me dolió a mí. La contesté lo mejor que pude y aquí estoy, esperando que diga lo que sea... jodida por estar en el otro lado.

Por que nos cuesta tanto tener una comunicación asertiva? Expresar lo que sentimos.... decir tan sólo... tengo muchas ganas de verte, de ir al cine contigo, de charlar y conocernos mejor....

A veces, supongo que por miedo.... bueno, casi siempre por miedo, sólo esbozamos nuestros deseos... los dejamos caer, disfrazados de comentario jocoso, o de verdad a medias.... si, tengo ganas de volver a ver la película.... tenemos tanto miedo a vivir.... y no nos damos cuenta de que el verdadero miedo que tendríamos que tener es a no haber vivido, a no habernos dado a nosotras mismas la oportunidad de intentar ser felices....

Venga Chris! Lánzate valiente!





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