domingo, 4 de septiembre de 2016

Los años que nos quedan

Admiro profundamente a las personas que pasan el día cuidando de enfermos. Claro, que el otro día hablaba con una amiga que es enfermera en un geriátrico y me decía... pues es lo que estás haciendo tú. Y en menor medida, pero es verdad.

El caso es que termino la semana bastante agotada; física y sobre todo emocionalmente. Llega el fin de semana y me dedico a dormir 10 o 12 horas, algo a lo que no estoy acostumbrada. Pero está claro que me lo pide el cuerpo.

Las relaciones sociales esta temporada son jodidas, porque evidentemente mi prioridad ahora mismo es mi madre y después mis necesidades corporales. Si quedo con alguien y he pasado con mi madre una de esas tardes malas, mi ánimo suele quedar por el subsuelo y no me apetece ver a nadie.

Pero me afano por vivir situaciones que me aten al suelo de la rutina de los demás, salir de la burbuja de la enfermedad y hacer cosas de las normales. Soy consciente de que alguien atado a una enfermedad no es una buena compañía y hablar constantemente de cosas relacionadas con una enfermedad es cansino a más no poder. Así que si alguien me pregunta, lo comento pero intento desahogarme por aquí principalmente. Gracias a las que me leéis.

En ese intento por seguir adelante con las cosas de la vida, ayer tuve un cumpleaños y viví un momento mágico que no me esperaba y me llenó de ilusión.

Con 19 años viví mi primera historia de amor con una mujer. Mi primera novia. La primera mujer de la que me enamoré perdidamente. La primera con la que supe lo que era realmente el sexo entre mujeres, las primeras pellas, las tardes interminables buscando rincones en Madrid donde poder pasear de la mano... Esa primera historia de amor estuvo marcada por una canción de un grupo español que sonaba en la radio.
En aquella época en la que todavía tirábamos de casettes, yo tenía siempre una cinta virgen en el aparato y cuando sonaba alguna canción en la radio que me gustaba, la grababa y luego me pasaba las horas muertas reproduciéndola. Bueno, pues esta ERA la canción. A mí me recordaba a ella y no dejaba de escucharla. Supongo que en casa de mis padres terminarían bastante hartos de la cancioncita.

El caso es que en el cumpleaños, apareció el cantante de este grupo, que es amigo de la que cumplía... y en un momento determinado agarró la guitarra y se puso a cantar canciones de su grupo. Le pedí por favor que cantara la que me emocionaba tanto a mí y aunque le costó un poco terminó accediendo. Allí le tenía, a dos metros de distancia cantando mientras me miraba a los ojos. Terminé con los míos llenos de lágrimas. Sé que era el momentazo friki pero quién se resiste a vivir algo así?

Una amiga me preguntó si pensaba tirarle las bragas. El caso es que el pantalón se me había rajado desde el muslo hasta el culo y podría haber sacado las bragas por el "hueco de ventilación" pero dado que la mujer del cantante estaba presente y que en realidad él a mí no me atrae fisicamente, me parecía pasarme un poco.

Se me hizo curioso. Este hombre lleva 20 años alejado  de la música. Tiene un trabajo que está en las antípodas de su carrera musical. No sé si con nostalgia, mMe estuvo contando cómo compusieron la canción, un poco de la historia del grupo... supongo que me veía emocionada. Me hubiera gustado poder leer sus pensamientos. Será consciente de que esa canción forma parte de la banda sonora de mi vida, de mi educación sentimental? Supongo que en aquella época se le tirarían encima adolescentes suficientes como para que le de igual lo que significa para mí. Pero desde luego me hizo levitar durante un rato y olvidar por completo mi realidad diaria.


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