domingo, 23 de febrero de 2014

¿Casualidades?



Echo la vista atrás y descubro que febrero está lleno de casualidades... Hace tres años quedé con varias mujeres para comentar la historia del lesbianismo español. Entre esas mujeres estaban algunas reconocidas feministas y activistas LGTB.

Guardo un buen recuerdo de aquella tarde. Fue una reunión agradable que tuvo lugar en el Entredós, cuando allí aún no servían coca cola. Una de las activistas y yo quedamos horrorizadas al saber que por convicción se negaban a servir esa marca de refrescos, pero que si tenían otras bebidas de la misma compañía.

Justo un año después, quedé con esa misma activista en una cita que no se llegó a producir porque me dio plantón. Escribí un telegrama a Cupida agraviada por lo sucedido y pidiendo una cita en condiciones. Me respondió una muchacha diciendo que si supiera ligar se animaría a contestar mi telegrama. Fue una bonita manera de decir "no, gracias" a una pregunta que todavía no le había formulado.

Una semana más tarde, al fin se produjo la cita con la activista en cuestión. Una cita que quedará para los anales de la historia como la más desastrosa que he tenido nunca. Terminé cabreada como una mona sorda.

Un 23 de febrero de hace dos años me tatué un triskel en mi tobillo mientras le contaba a la mujer que me hizo el tatuaje, el desastre de aquella cita que ocurrió días antes. La risa y el llevar el tobillo embadurnado de crema anestésica hizo que no doliera apenas. Quedé tan contenta con mi tatuaje que desde entonces pienso que algún día me haré otro.

Hace un año, volvía a tener alguna cita... curiosamente con la muchacha que decía que no sabía ligar.  Esas citas comenzaron en el Entredós. Después se desarrollarían no muy lejos de allí, entre cervezas, palabras y croquetas. En esta ocasión si que me atreví a preguntar... a mi manera, por escrito... y con la mayor delicadeza que pudo dijo de nuevo... "no, gracias".  A diferencia del año anterior, no hubo cabreo, sólo tristeza.

Quizá Cupida quiso resarcirme y unos días después (hace 365 para ser exactos) la muchacha se lo pensó mejor y dijo... "venga, vale".  Cuando ha salido de mi casa hoy, llevaba una sonrisa preciosa en su rostro. Y me ha dejado otra a mí que aún perdura.





5 comentarios:

  1. Cómo me alegra que aquella primera desastrosa cita...al final llegara a buen puerto. Nada es casual, amiga
    Por cierto, me tienes que enseñar tu tatu... yo te enseñaré el mío...jajajajajaja
    besitos
    Etcétera

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  2. Las casualidades no existen, son fruto de la perseverancia ;-))

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  3. Ains.
    Claro,tenía que ser desastroza aquella cita,para esta sonrisa de ahora.
    Es así.

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