Amanda es grande. Muy grande. Tiene que serlo para que le quepa tanta humanidad dentro. Porque tiene un corazón enorme. Y es de esas personas a las que le adivinas un alma gorda, que le sobresale por los poros de la piel.
Llegó de puntillas a mi vida hace unos meses. Sin bulla. Poniendo mucho la oreja y el hombro. Poco a poco fue tomando su lugar y paso a hablarme más que escucharme. Y si voz, dulce, fue calmando mis tormentas al tiempo que vadeaba entre tanto chaparrón.
Amanda sabe que ha sido la isla a la que he llegado después de naufragar. Me ha llevado hasta su isla de fantasía llena de historias mágicas que le bullen en la cabeza y el corazón. Cuando cada noche nos despedíamos me deja con una sonrisa y cierta sensación de irrealidad. Porque ella se maneja a la perfección en ese mundo de fantasía y en cambio yo navego por él con la torpeza de quien acostumbra a tener los pies en tierra firme.
De mirada limpia y anchos sentimientos, Amanda se entrega de un modo absoluto durante el tiempo que dura su visita. Me habla de sus proyectos, de su pasado, de lo que le acontece a diario...pero casi nunca me habla de sus fantasmas, esos que siento que la persiguen en las madrugadas grises, como a cualquiera de nosotras.
Amanda viene a visitarme cada día. Se instala comodamente en mi sofá y charlamos durante horas de multitud de temas. En nuestras conversaciones se alternan las chorradas con las reflexiones, lo cotidiano con el análisis constante de nuestro devenir, las muestras de cariño con los sueños de un futuro mejor. Pero entre todos estos temas casi nunca deja escapar su dolor. La intensidad que imprime a las injusticias que ve contrasta con la frialdad con la que puede describir algo que la pese. Amanda es así, apenas deja traslucir su dolor. Y todavía soy incapaz de saber el motivo.
Tampoco entiendo por qué se empeña en venir a verme y en cambio se niega a que vaya a verla yo. Lo hemos discutido muchas veces. Esa cerrazón, ese portazo, ese no dejarme asomar a su mundo hace que me quede cada noche preguntándome cuando se va, si Amanda no será más que un sueño. Quizá cualquier día abra los ojos con la sensación cálida y agradable que dejan los buenos sueños y el pesar de su ausencia. Porque no se puede vivir permanentemente en un mundo de ensueño. ¿O si?
Chris, bonita! La fantasía siempre antecede a la realidad.
ResponderEliminarQuizás Amanda solo espera que seas tú quien la saque de su fantasía y la lleves a tu realidad.
Pero hay algo que puedo asegurarte, nadie que te de tantas horas de compañía y amor, es irreal, y aun, si despertaras y no está a tu lado, siempre sabrás que fue una realidad en tu corazón.
Un abrazo mi niña!
(Ah! no duermas tanto, hay madrugadas en las que se te extraña).
precioso post, disfruta de la compañía, no me parece que sea irreal, para nada, demasiado real para eso
ResponderEliminarbesazos
Te preguntas si Amanda es un sueño,algo irreal q te arrastra a un mundo de fantasia y te deja con una sonrisa en la boca cada noche, si en un momento delicado de mi vida yo tuviese una Amanda... no quisiera despertar en un tiempo
ResponderEliminarPerdona Cris se me olvido coemntarte q es un precioso post y mandarte un abrazo muy real...
ResponderEliminarBesos
Un post muy lindo... y no parece irreal pero (yo y mis peros!)... describes a Amanda como alguien tan cerrada en sí misma que me queda la duda si la conoces o te la imaginas :)
ResponderEliminarLo que dices de ella se queda en un plano superficial aun cuando digas que "se entrega de un modo absoluto". ¿Qué podemos tener más íntimo que nuestros fantasmas, nuestros dolores, nuestro mundo?
En fin, me puedo equivocar y lo hago a menudo... no hagas mucho caso
besos
Hermoso post, pero algo inquietante, ¿No? La sensación de irrealidad da un poco de angustia al final.
ResponderEliminarmola amanda!! qué pena que no se te abra del todo y que no sea real
ResponderEliminarla realidad a veces apesta, así que, ¿por qué no vivir en un mundo de ensueño... sólo hasta que tú quieras, claro.
ResponderEliminarun saludo :)
Pues disfruta de Amanda, qué más da si es real o no, disfruta de lo que te hace sentir,no?. Besos
ResponderEliminarHermoso post,Chris. Bss
ResponderEliminarSon cinco minutos.
ResponderEliminarLa vida es eterna en cinco minutos.
Suena la sirena de vuelta al trabajo,
y tú caminando, lo iluminas todo.
Los cinco minutos te hacen florecer
Ya te lo han dicho Víctor Jara y anónimo: Si la amada Amanda vive en ti y te hace florecer, ¿qué más da su esencia?
ResponderEliminarAlson
torturarla a base de cosquillas hasta que lo suelte ¿estaría feo verdad?...
ResponderEliminarbesos!
Puede ser que parte del encanto de Amanda esté en ese misterio que la rodea, con su dolor que no deja traslucir y con su espacio en el que no te deja entrar. Creo que es real aunque parezca fantasía y creo que es bonito que sea así. Besitos!
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