Pequeños grandes momentos

Hay días anónimos, días sin un nombre ni un lugar particular en tu vida, destinados a ser iguales que el resto. Pero puede que algún suceso haga que cambien, que se transformen en uno de esos días que dejarás aparcado en el espacio de los pequeños grandes momentos. Allí, en una porción de tu cerebro, iniciando un viaje hacia tu corazón y esperando que la huelga del metro no lo abandone a medio camino entre las estaciones de "Qué bonito fue" y "Qué poco duró".

Por la mañana estuve en la Librería de mujeres Quería comprar un libro de Audre Lorde y salí con dos. La hermana, la extranjera y su Biomitografía. Ambos, recomendados por Lena de Mar y Pituenti – gracias chicas!! -

Mientras pagaba estuve hablando con una de las encantadoras mujeres que llevan la librería y recuerdo que le dije, pues ya tengo lectura para todo el verano. Pero estaba equivocada.

Por la tarde, de modo casual, casi sin pretenderlo ni planearlo quedé con Juan Carlos y su chica, Jezabel. A Juan Carlos le conocí en la blogosfera hace casi un par de años. Coincidimos en la misma página de blogs en aquella época e iniciamos la típica relación de “yo te dejo un comentario, yo te lo devuelvo”.

Hubo un intento de quedada malogrado por un inoportuno accidente mío. Un encuentro fugaz en un concierto a favor de Gaza, que no se prolongó porque yo estaba con la “activista coqueta” y ella con sus compañeras del viaje a Palestina. No podía arrancarla de allí y me daba palo dejarla para tomarme una cerveza con estos chicos. No soy de arrepentirme de las cosas que hago, pero cuántas veces he pensado que tenía que haberme ido con ellos a tomar esa cerveza y charlar.

Tal vez la vida te trae las cosas cuando estás preparada para ellas y no puedes forzar nada. Por eso hasta ayer, como os digo, después del año y medio que ha transcurrido desde aquel encuentro fugaz, no se produjo una quedada en condiciones. Bueno, lo de en condiciones es un decir, porque quedar en Chueca justo cuando empiezan las fiestas es un poco suicida pero estuvo muy bien.

Para desmarcarnos del follón buscamos un lugar tranquilo donde charlar. Alegría, sencillez, cercanía.... eran adjetivos que me iban viniendo a la cabeza mientras les contemplaba sentados en un local, hablando de sus trabajos, del libro de poemas que ha escrito Juan Carlos, de los planes para las vacaciones. Les miraba cómo se hablaban entre ellos, el cariño que se procesaban, los gestos, el lenguaje no verbal... me dieron envidia como pareja, la complicidad que emanaban...

Gracias chicos por ese rato tan maravilloso que me hicisteis pasar. Me confieso una coleccionista de momentos. Y el de ayer entra de lleno en mi colección. Lo dejo guardado en ese rinconcito de pequeños grandes momentos del que hablaba al principio de este post y espero que sea el inicio de algo más real que el simple intercambio en los blogs de palabras.

Por cierto, Juan Carlos, muchas gracias por regalarme las tuyas!! 

Tu libro de poesía  se suma a mis lecturas para este verano. Estoy segura de que me harán disfrutar como todas los que te leo en tu blog.