Cuenta la leyenda que hay una tribu africana donde todas las mujeres conforman un grupo unido de por vida. Desde que son pequeñas se acompañan, juegan juntas, se ayudan en las tareas familiares, se apoyan en los malos momentos y por supuesto ríen mucho juntas.
Cuando una de las mujeres se queda embarazada y le queda más o menos un mes para el parto se aleja de la tribu, se adentra en la selva y llega hasta una cueva donde esperará el momento de dar a luz de un modo natural. A partir de ese momento, las restantes mujeres de la tribu se acercan cada día para darle provisiones, acompañarla y para llevar a cabo un curioso ritual.
Durante el mes que dura la estancia en la cueva, las mujeres van componiendo día a día una canción para el bebe que va a llegar. Esa canción que nunca es igual a otra es la que acompañará de por vida al bebé.
En el momento del nacimiento comienzan a cantar la canción para que sea lo primero que oiga el bebé. Le cantan la misma canción en su cumpleaños, en los ritos de paso de la infancia a la juventud y de ahí a la madurez, se la cantan en su boda y por supuesto en su lecho de muerte y en su entierro. Pero hay otro momento en que también se la cantan y es en el caso de que ese hombre o mujer haga algo erróneo o malo.
Con esta tradición pretender hacer que las personas recuerden en cada momento quienes son. Que asocien su identidad a algo tan sencillo como una canción y que si en algunos momentos de su vida se extravían o alejan del camino, puedan regresar a la buena senda recordando quienes son.
La canción, a modo de mantra espiritual es algo que llena de orgullo a sus dueños y ellos mismos la cantan en momentos difíciles para animarse y encontrar el valor que necesitan para enfrentarse a los retos y tropiezos de la vida.
En nuestro mundo, mucho más material, tendemos a otorgarle ese valor a objetos materiales. Recordad cómo probablemente todas vosotras tuvierais de pequeñas un objeto del que no queríais separaros. Un osito, una mantita, una botella de agua...Es posible que guardéis todavía alguno de esos objetos en algún rincón de casa.
A lo largo de nuestra vida acumulamos otros objetos que de igual manera representan valores importantes para nosotras. Un anillo regalado por la pareja, unas fotos símbolo de lo bien que lo pasamos un verano, unas flores secas que un día simbolizaron el amor... Son objetos que nos proporcionan seguridad, que nos permiten aferrarnos a quienes somos y guardan memoria ancestral de nuestra existencia...
Cuando bajé a Granada en marzo, me encontraba paseando con Mercedes por la calle Elvira, llena de comercios de moros y vi una chaqueta de esas hippys, de algodón a rayas. Era morada, el color que me ha vestido el último año. Me encapriché y Mercedes tuvo el detalle de regatear por mí con el comerciante para sacarla más barata.
El viaje a Granada significó el inicio de mi recuperación y esa chaqueta me lo recordaba a cada momento. Pasó de ser una simple ropa de abrigo a representar mi ilusión por estar bien, mi recién alcanzada pequeña paz interior y la emoción de haber conocido a personas que se habían volcado conmigo pese a no conocerme. Volví a Madrid con el corazón lleno de agradecimiento y cariño y muy contenta por haber podido conocer a Candela, una de las blogueras con las que más afinidad sentía.
La vida ha querido hacerme un regalo increíble esta semana. Me ha dado la oportunidad de acoger a Candela en mi casa y poder devolverle el cariño y los mimos que ella había vertido en mi estancia en Granada.
Hemos hablado durante horas, hemos reído, hemos dicho cosas muy serias y chorradas muy grandes. Hemos compartido espacio, soledades, sentimientos, heridas del alma...y a pesar de que las circunstancias eran dolorosas nos hemos despedido hoy con un abrazo enorme y una sonrisa.
No puedo dejar de agradecer a la vida esta maravillosa oportunidad de haber cuidado en la medida de mis posibilidades de alguien a quien aprecio tanto. Volviendo de cenar de casa de Farala el viernes (gracias por la cena y sobre todo, por el buen rato que pasamos en tu casa con Lenteja, Izel, Kali y la anfitriona), me dijo que tenía frío. Me dio pena no tener la chaqueta morada para abrigar su alma del mismo modo que ha abrigado la mía estos meses atrás.
Mi compañía, mis palabras, mis silencios cuando hablabas tú, querida Candela, mis bromas tontas sobre el pantalón que se te caía, las caricias compartidas a Zoe, mi carne de gallina al escucharte contarme algunas cosas y cada sonrisa que te he mostrado estos días...todo formaba parte de la canción que te he compuesto para que te acompañe a partir de ahora. Y para que la recuerdes cada vez que extravíes el camino...
PD Y para que no quede tan serio el post...aquí va la imagen de una Candela marciana...posando como una autentica modelo!!
Mi niña Chris, tú has sido mi canción durante todos estos días, una canción que no podré olvidar nunca. Me has devuelto a casa envuelta en tus mimos, tus cuidados, tu respeto, tu cariño, tu oído, tus palabras (y en el bolso tu chocolate para el despegue). Inicié el viaje con miedo, mi miedo a salir fuera de mi mundo y he regresado casi como nueva, deseando comérmelo, el mundo y las mundanas, a pesar de ciertos handicaps que quedan entre tú y yo jajaja.
ResponderEliminarRealmente no soy azul, pero no está mal el tono. El pantalón de ese pijama se cae solo y lo he tenido sujeto con una chapita del 8M color violeta. El gorro era para que se fijaran a mi pelo las proteínas. Es de papel Albal, y como Chris se meaba de verme así sacó su cámara y me inmortalizó.
Chris, gracias infinitas. También fui muy feliz en la cena en casa de Farala, me encantó conocer a Izel, a Lenteja y a Kali y volver a ver a Farala, y también a aquel chico que se fue antes. Gracias a todas, os necesitaba, aunque no lo sabía.
¡y a la pequeeee, me encantó conocerla! Es lindísima.
ResponderEliminarPor cierto, tengo que cambiar la foto del perfil...
ResponderEliminarCelebro que te acogieran tan bien en los madriles...No podía ser de otro modo, si es que son unas fenómenas.
ResponderEliminarPerdón por no comentar tu post si no a Candela.
Ays, que suerte tienes!. Besos y buena semana
ResponderEliminarMuy linda la historia que nos cuentas y mi gratitud hacia ti por haber sido un bálsamo que mi hermanita Candela necesitaba mucho :)
ResponderEliminarbesos
jajajaja qué diver!!! El modelazo de Candela ideal de la muerte y tú como anfitriona eres buenísima!! ajajajaja
ResponderEliminarEjem, ejem! jajajaja pero he de decir algo: la importancia de los objetos no radican en sí mismos sino en lo simbólico que se vuelven para nosotros/as. Esto es, los que nos representan, lo que guardan para y por nosotras/os, lo que nos sostienen; memoria física o táctil se podría decir. Además, a medida que vivimos, los vamos re-simbolizando una y otra vez, variando su sentido; es entonces (y no antes!!! diga lo que diga las New Ages sobre el desapego) cuando podemos relegarlos o regalarlos... ah!? bonito baile de letras. Pues eso. Lo quería decir.
Besos a todas!!
Bravo por el feliz reencuentro. Me encanta ver la foto de Candela pitufando.
ResponderEliminarLa leyenda me ha parecido preciosa, se me ha puesto la piel de gallina al leerla, que maravillosos son todos esos rituales que marcan nuestras vidas de tal manera que nos pueden indicar el camino en determinados momentos. La he impreso para leérsela a toda la tropa de adolescentes de mi familia, y ya sabes tú, que entre mi hija y las sobrinas son un ejército.
ResponderEliminarA mí me pasa muy a menudo con los libros que leo, por ejemplo el primer libro de la saga de los hijos de la tierra, es un libro que cambió mi vida y cuando siento que he perdido el rumbo, lo tomo entre mis manos, leo algunas páginas y hasta duermo abrazada a el.
Qué lindo que Candela y tú puedan tener esa dinámica de amistad tan bonita, cuando necesitas abrazarte a alguien y piensas en determinada persona es porque en realidad es tu amiga, y lo demuestra el amor con que has escrito este post para ella.
Un beso mi pequeña koalita! Y gracias por todas esas veces que me has dejada abrazarme a ti.
Ah! Y que sepa Candela que del color que sea se ve guapísima!
Muchos besos para ella también.
Un placer conoceros a vosotras también... Fue una noche de compartir muchas cosas... Nos vemos la próxima vez...
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