El Síndrome de Sonia

En un principio iba a titular este post Las Sonias de la crisis, pero no puedo asegurar que lo que voy a contar sea causa directa de la crisis.

Hace un par de sábados nos juntamos varias mujeres para ver el espectáculo de Bolliwood en Lavapies y tomar algo. Esto, que en principio parecía un plan inocente se transformó en una quedada en la que variamos de 15 a 20 lesbianas en algún momento de la noche y volver a casa pasadas las 3 de la mañana. Para alguien como yo, que no suelo salir hasta tarde ya fue un record.

Cuando terminamos de ver el espectáculo bajábamos por la calle Embajadores camino del bar donde habíamos quedado con el resto del grupo. Me llamó la atención una chica sentada sola en un banco. Muy delgada, rubia, sin duda era prima. Seguí mi camino con el resto de las amigas y llegamos al bar.

Al rato, vi como entre los minigrupos que se habían formado estaba esta muchacha charlando tranquilamente. Me la presentaron como Sonia, de profesión sus jardines...Había llegado hasta nosotras, se había autopresentado y se había puesto a charlar con la gente mientras pedía cervezas en el bar de al lado. No parecía estar bien, bebía sin cesar y se mostraba algo agresiva en el lenguaje. A una de las chicas que estaba allí le dijo tranquilamente que le gustaban mucho sus pechos, a mí que me tenía fichada porque me había visto varias veces en el tren...

Cuando llegó el momento de cenar nos convenció para que lo hiciéramos en el bar de al lado, de donde ella sacaba sus cervezas. Al parecer conocía al dueño y nos iba a tratar muy bien. Así que nos sentamos las 12 que éramos y fuimos pidiendo unas raciones y más bebidas. Sonia degustaba las raciones, se bebía los tercios y seguía soltando cosas por la boca. Yo no podía entender por qué dejábamos que una desconocida con apariencia de no estar demasiado bien se nos uniera, pero reconozco que las relaciones sociales no son lo mío, así que simplemente opté por obviarla y charlar con otras.

En algunos momentos se separaba de nosotras y se iba a la mesa de al lado. Pensé que con un poco de suerte nos desharíamos de ella y así fue. Al cabo de un rato miré y vi cómo desaparecía calle abajo. Aún le dio tiempo a darse la vuelta y hacerme un gesto de despedida con la mano.

Cuando llegó la cuenta no quise mirar. Sólo sé que palmé 15 euros por una coca cola, un botellín y la parte correspondiente a 4 raciones entre 12 personas. Preferí callarme pero me juré que no me volvería a pasar.

Este domingo, viendo desde la puerta de un conocido bar de bollos el partido de España comenté...quedan sólo 15 minutos. En aquel momento, pasaba por detrás mío, en la calle una muchacha que se giró y me preguntó...tan sólo 15 minutos? Si. ¿Para qué?

Por las diosas!!! en aquel momento vi el rostro de Sonia reflejado en la cara de aquella muchacha y me giré hasta darle la espalda por completo. Lo comenté con una de las que estaban la noche de marras y me miró con cara de...tú estás paranoica.

Al rato, un muchacho pasó al lado nuestro por la calle. La morena, que se había sentado en el portal de al lado del bar se levantó, lo paró y se puso a hablar con él. Al cabo de unos minutos vi que entraban en el bar y ella le preguntaba a él...¿me invitas a tomar algo?

¿Desequilibradas o aprovechadas?