Me estaba acordando ayer de un libro
que se titula Cris y Cris. Lo leí hace muchos años y creo que se
convirtió desde el primer momento en mi novela lésbica favorita.
Para las que no la conozcáis, narra la historia de Mariana, una
periodista argentina cuyos padres mueren en un accidente de coche
cuando es pequeña y la cría su tía. Mariana hereda por parte de su
abuelo y cuando alcanza la mayoría de edad la tía se larga con el
dinero.
La protagonista habla a lo largo de la
novela del desfalco...pero más que al monetario se refiere al de los
sentimientos. A ese desfalco que cometen algunas personas, con
alevosía, nocturnidad y mucha (permitidme el término) hijoputez.
Esa idea que van tejiendo en silencio, sin ponerte en sobreaviso,
hasta que un día desaparecen de tu vida y te quedas preguntándote
qué leches pasó...Aunque en ocasiones, las menos, eso si... los desfalcos son involuntarios...la vida te pone en situaciones en las que te obliga a seguir un camino, dejando atrás cosas y personas.
Mariana teme entablar una relación por
miedo al desfalco de los sentimientos y yo me veo reflejada hasta
cierto punto en su pensamiento. A veces me obsesiona encontrar el
momento. Si, ese momento exacto en que la otra persona comienza a
alejarse o decide que ya no eres importante, o que simplemente se
rinde y no te da ni opción a intentar arreglarlo.
Y me ha dado por pensar en dos desfalcos que estoy viviendo en este momento. Uno muy consciente...que comenzó justo después de que yo empezara el blog... y el otro que me duele más, el que va a llevar a cabo sin saberlo aún, alguien a quien quise desde la primera vez que la vi.
El primer desfalco del que hablo inició hace tanto que ya ni me importa saber cuándo fue. Ahora que se ha concretado me he quedado muy a gusto, porque lo que peor puedo llevar son las situaciones ambiguas...el no hablar pero saber que algo sucede...el que te sonrían sin ganas, el "a ver cuándo nos vemos" como frase hecha...Me hubiera gustado saber en qué momento decidíeron que yo estaba fuera de su vida, para no haber gastado ni un ápice de mi energía en darle vueltas a que no me apetecía seguir con esa farsa y no sabía cómo pararla. En fin...se acabó y por mí está bien.
En cuanto al segundo...el segundo es un desfalco obligado...impuesto por una situación que ni ella ni yo podemos manejar o controlar. Es un desfalco que me rompe el corazón...
--- El otro día me ocurrió contigo. Te vi acercarte mirándome con gesto alegre. Te abracé en parte por el tiempo que hacía que no nos veíamos, en parte porque algo me decía que no nos volveremos a ver. Como siempre fuiste muy cariñosa conmigo y a pesar de que te da rabia, me dejaste jugar con tus orejas. Eso y cepillarte el pelo. Nunca había sentido placer cepillando el pelo a nadie pero quizá la intimidad que surge de actos así me hizo sentirme muy cómoda...no sé...el caso es que no es algo típico de mí pero tú consigues que me salga..
Y en 48 horas una despedida tan
apresurada...cuando me monté en ese coche me di cuenta al instante
de que no había podido darte un último abrazo. Ya era tarde. Sonaba demasiado peliculero decir...parar el coche que necesito darla un último abrazo...no quería mostrar mi tristeza ni mi pesimismo...o tal vez no tuve el valor suficiente para hacerlo... Pero
me quiero quedar con el recuerdo de mi abrazo al cepillarte. Si...me
quedo con Ese Momento ---