domingo, 29 de octubre de 2017

Los silencios habitables



Hemos alquilado una hermosa casa y la estamos decorando a nuestro gusto. Poco a poco comienzo a sentir que es un hogar.

En él pasamos tantas horas... lo llenamos de risas, a veces pausadas, algunas veces a carcajadas. Nos ríe el alma en esos momentos, verdad? Hasta los vecinos nos oyen reír y el otro día me lo comentaron.
A las risas les acompañan siempre las palabras, todas las que nos decimos en las madrugadas. Esas palabras que hacen que al día siguiente sonría peses a estar durmiendo tan poco. Porque este nuevo hogar me arranca mil sonrisas. Yo, la de la risa fácil y la sonrisa difícil. La que perdió al nacer el gesto de la sonrisa, ahora pasa el día mirando cono ojos nuevos y brillantes.

Este, quizá, nuestro hogar, tiene la habitación en penumbra, para las horas en que te gusta descansar. Los ojos se habitúan a la oscuridad y aprendo a navegar con el sonido de tu voz, a buscarte entre tinieblas, a recorrerte sin temor a perder el rumbo, a surcar mareas.

Pero quizá de todas las estancias de esta casa alquilada, la que más aprecio, a la que le otorgo un valor especial, es esa estancia donde residen nuestros silencios.
Porque hay silencios entre dos que hieren, Silencios que duelen, que incomodan o dejan el aire tan cargado que hacen imposible la vida. 

Pero nuestros silencios son cómplices, se entienden y reposan. Dejan que pase el tiempo mientras nos contemplan, cada una a sus cosas. De vez en cuando levantamos la mirada, para asegurarnos de que la otra permanece al lado. En mi caso para poderte observar enternecida, para poder descubrir tu rostro concentrado, para seguir disfrutando del silencio.

Propiciamos los silencios habitables en las largas tardes. Mientras, la vida ahí fuera torna en fealdad y nosotras seguimos sonriendo para que no nos alcance. 


sábado, 14 de octubre de 2017

El azar sobrevenido



Hay noches que se impregnan en la piel. Suspiros, palabras, caricias dejan costra. Las risas se adhieren y las miradas a media luz caen de forma desordenada. Una acá en tu cuello, en la cadera y junto a la costilla. Todas descienden por tu espalda hasta alcanzar dunas y tumultos.

Esas noches en que las breves horas se suspenden y aniquilas madrugadas de penumbras, con la media voz, con los susurros. Con estrellas y lunas adueñándose del escaso espacio que dejan los latidos. Con el deseo a tu lado. Con su acento acariciando tu olvido.

El beso ya no es un cuadro de Klimt, sino apenas un ruego. Una coordenada que nunca ha pretendido un rumbo. Un nombre no invitado los miércoles. El momento que no fue más que azar sobrevenido.

Cierra los ojos.
Están cerrados. 

Mis labios se mecen entre tu clavícula y tus sentidos... 



sábado, 7 de octubre de 2017

¿Tan sólo cinco minutos?


Llegó con el viento del este compartiendo imágenes de mujeres enamoradas. Quebró mis miedos y declaré el estado de la palabra.
A mis dedos le seguían su voz. A mi voz le acompañaba su calma

Nuestro carácter fue hecho de Atlánticos y el Mediterráneo nos mediaba. Rompimos las coordenadas y llegué a trazar un mapa. 

Quizá fueron apenas ¿cinco minutos? Horas y horas contenidas en días. En simetrías y semejanzas...

La noche no llegaba hasta que me abrazaba en la cama. Su piel a mi espalda.

Algunas veces te quedabas
Años atrás llegué a amar a una isleña tan sólo durante 4 días, pero he descubierto que tú te cerrabas.


Y tu silencio se posó en otra boca. Y mi silencio se quedó sin coartada.

Hay despedidas fugaces sin besos ni abrazos.
Hay recuerdos que te abrasan.
Hay puentes que no te alcanzan.



lunes, 2 de octubre de 2017

Todas las flores


Le tenía miedo a esta semana que ahora termina. Me encontré con la agenda llena de actividades por la tarde/noche. Cada día. Y con el madrugón que me doy para ir a trabajar, sabía que me iban a faltar horas de sueño. Y biba de mí, no fui capaz de calcular cuántas iban a terminar siendo.

Mi bendita compañera de trabajo, la que se sienta a mi lado, ha sido testiga de cómo según transcurrían los días acudía más agotada y más sonriente en una mezcla cuando menos curiosa.

Comencé la semana acudiendo a una charla con Jeanette Winterson, cuyo libro Por qué quieres ser feliz cuando puedes ser normal se convirtió hace tiempo en mi libro favorito y lleno de referentes.





"He seguido trabajando con las historias del Grial durante toda mi vida. Son historias de pérdida, de lealtad, de fracaso, de reconocimiento, de segundas oportunidades. A veces tenía que dejar el libro y pasar a la parte donde Perceval buscando el Grial, tiene un día una visión de él, y luego, porque es incapaz de hacer la pregunta crucial, el Grial desaparece. Perceval se pasa 20 años vagando por los bosques, buscando lo que había encontrado, lo que le fue entregado, algo que parecía muy fácil, pero que no lo era.
Más adelante, cuando tenía dificultades en el trabajo, cuando sentía que me había perdido o me alejaba de algo que no era capaz ni de identificar, la historia de Perceval me daba esperanzas. Tenía que haber una segunda oportunidad. De hecho, hay más de dos oportunidades, muchas más. Ahora se, después de 50 años, que le encontrar/perder, olvidar/recordar, marchar/volver, nunca se termina. La vida entera se mueve alrededor de esa otra oportunidad y mientras seguimos vivos, hasta el mismísimo final, siempre hay otra oportunidad."

Este fragmento, que le leí a alguien hace unos días, ha seguido resonando en mi cabeza. Se ha mezclado con los ecos de La Llamada, a cuyo preestreno asistí el martes. Subidón de emoción, de música, de canciones que recuerdo de tantos años atrás... Todas las flores, que salen a embrujar los amores, y despiertan mis ilusiones, dicen que vendrás... y voy a escribirte, una canción de brazos abiertos... Si os apetece pasar un buen rato y reiros, sin preocuparos por lo que pase más allá de la sala de cine, sin tener que pensar en independencias o en cifras del paro... id a verla. Regalaros una tarde de desconexión y disfrutar del inmenso placer de reír sin más.

Para no aburriros, el resto de la semana ha estado lleno de palabras, de voces bienvenidas, de abrazos post veraniegos, de amor... de mucho amor... todo el que me da mi familia elegida y de multitud de sonrisas con las que me he levantado cada día... con las inmensas ganas de que Madrid sea más que nunca, una ciudad que acoja, una ciudad que permita vivir los sueños y que como la vida misma, ofrezca otra oportunidad.

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