Salgo del metro y me encamino hacia
casa por esa extensa recta. De cúpula, las ramas y hojas otoñales
de los árboles que flanquean ambos lados de la acera. Más a mi
izquierda, la verja que separa lo mundano de lo Real.
Camino despacio, absorbiendo los olores
de este Madrid otoñal. El aire freso se cuela por los hilos de mi
camiseta y llega hasta mi piel. Noto en ella el rumor de las hojas
que caen, el silbido de ese mismo aire al bailar entre las ramas, la
suavidad de la tarde nublada.
Miro hacia atrás dentro de mí y
advierto cómo mis últimos deseos se han ido cumpliendo. Mientras,
me cruzo con extranjeros. Por un día, todas las personas con las que
me cruzo son turistas que pasean buscando el recóndito rincón de
los pavos reales. Mi pensamiento se dirige hacia el sur...
Acompañada de la luz tenue de este
noviembre, recuerdo que fue hace un año cuando me encerré en casa.
Tal vez para olvidarlo...o quizá para no olvidarlo nunca... porque
sé que me lo debo, me he regalado un mes pleno. Primero de
turista... Comenzaré por viajar hacia el sol sobrevolando parte del
océano. Mis ojos reflejan la sonrisa de una niña que sale de
excursión por vez primera. Y es que no todos los días una va a
visitar a las ballenas!
Me ha prometido que atravesaré las
nubes y aunque no llegue a la cima de este pequeño mundo, casi casi
podré tocar el cielo. Pasearé por bosques y abrazaré los árboles
para después tenderme junto a mi madre tierra. Dejaré que escuche
los latidos de mi corazón a cambio de regalarme su tacto y su olor.
A la vuelta de tan mágico viaje
repleto de palabras y silencios, me embarcaré en una aventura casi
igual de maravillosa de la mano del mago Zark. Estoy deseando que me
enseñe su mundo tan lleno de vuelos, colores y emociones.
Y en un viaje que comencé en el laberinto de septiembre, para aceptar que el perdón no admite
reproches, que el perdón con condiciones no es perdón... visitaré
de cerca, muy de cerca, el purgatorio. Si todo sale como está
previsto, esta visita al limbo me permitirá salir del gran laberinto
de mi vida y concluir una etapa del camino.
Mientras, disfrutaré de los puentes
que he tendido en las últimas semanas. Uno, ese puente aéreo que me
acerca a mi hermana gemela bollo, a un futuro incierto y prometedor
al mismo tiempo. Otro, es el que me conecta con mi pasado más feliz.
He descubierto que la antigua familia de Zoe y yo compartimos grupo
scout y vivencias.
Eso me ha permitido reencontrarme con la niña
feliz que sonríe mientras trepa por las rocas, la que siente el sol
que la acaricia, la que camina descalza por los bosques silenciosos y
corre al encuentro de la vida.
No, no quiero pedir más. Soy feliz.
Tu post me ha recordado a "la caja" de Sálvame... (No quiero frivolizar, que conste). ¿Quién quiere pedir más siendo feliz?
ResponderEliminarLa caja? Me has hundido en la miseria!! jajajajajaja
ResponderEliminarDicen que la felicidad está en el camino, no al final del viaje. Así que el objetivo de tu escapada a los mares del sur, donde el sol se pone tras las ballenas, ya está conseguido... ¡mírate esa sonrisa!
ResponderEliminarAhora sólo te queda disfrutar, que va a ser lo más fácil de todo...
No he visto "La Caja" pero dudo que tenga tanta verdad como este post... besitos niña, que dure!
ResponderEliminarQué bueno leerte tan feliz, guapísima! Como dice Pena: que dure!! Disfruta mucho de esos sures y cuidadín con las ballenas, que me han dicho que son muy traviesillas, eh? Por cierto, si alguna te arranca el bañador/bikini/pantalón (lo que sea que lleves puesto y te arranque!), no olvides sacarte una foto para tus blogueras del alma!! Jajaja ;-) Besos
ResponderEliminarQué maravilla cuando se puede ver todo lo que hay alrededor sin nieblas ni muros por delante y respirar la vida por cada poro. Me alegra leer este post tan positivo.
ResponderEliminartú disfruta corazón que la vida está ahí para eso.
ResponderEliminarun abrazo!
:o)
ResponderEliminar