Apuro los últimos días cálidos que
quedan antes de que el frío se instale en las calles de Madrid y
entre los límites de mi piel. He dado un corto paseo, dejando que el
sol acariciara mi cuello. Caminando lentamente, contemplaba el
cemento de las aceras, el alquitrán de las calles, el hormigón de
algunos edificios. Hoy Madrid es gris y mi sombra afilada.
Los árboles comienzan a perder sus
hojas y pronto yacerán desnudos a la intemperie. Los imagino y me
estremezco porque soy yo la que me siento desnuda ahora mismo.
Hace un año que comencé ya el curso.
Crecimiento erótico, que fue lo que más le llamó la atención a
todas a las que se lo comentaba. Pocas reparaban en la otra
parte...desarrollo personal. En este año he conocido a un montón de
mujeres. Empezando por las del curso, un puñado de heteras con las
que nunca me hubiera imaginado que iba a congeniar. No sólo hemos
hecho piña (se nota que el dolor une) sino que me han ayudado a
abrirme como nunca lo había hecho. Sin ellas me hubiera sido
imposible conocer al resto de las mujeres que han ido llegando. Antes
era demasiado cerrada.
Todas las que han ido apareciendo en mi
vida me han aportado algo. La mayoría han llegado, han estado un
tiempo cerca de mí y hemos terminado separándonos por motivos
diferentes. Como si la vida les hubiera llevado hasta mí para que yo
aprendiera algo nuevo y una vez cumplida su misión se marcharan. En
algunos casos ellas se lo pierden y en unos pocos, nos lo perdemos
las dos. Parte del proceso que inicié hace ya
un año consiste en aceptar las ausencias cuando llegan, a dejar
marchar a quien ya no quiere o no puede estar cerca de mí.
Hace unos días, a propósito de una comida familiar que tenía, alguien me emplazaba a
comentar en el blog el “Momentazo del otoño” a imagen y
semejanza de un post que publiqué en navidades. Pero es que el
momentazo del otoño no ha tenido que ver con la familia (¿o quizá
si?), sino con haberla conocido a ella. Una ella, que como otras a lo
largo de este último año llegó por casualidad. Pero desde el
principio algo la distinguió y fue la reacción que provocó en mí.
Hicimos click...o al menos dentro de mí sonó ese ruido que te
enlaza a algunas personas de manera inmediata. En nuestro caso ese
click consistía en hablar durante horas, en reírnos con las mismas
cosas, tener gustos idénticos, pensar muy parecido en temas
básicos...sentía que ella era mi hermana gemela bollo, como un
reflejo en ese espejo al que por fin había logrado asomarme.
Hoy se ha marchado. Ayer la vi
preparando un pequeño equipaje y me quedé temblando esperando el
momento en que me mirara a los ojos para decirme adiós. Por fin hoy
se ha atrevido. Me ha sonreído y no han hecho falta las
palabras...tan sólo su mirada dejando la mía anegada de lágrimas.
Y mi alma envuelta en fragilidad.
Concierto para Oboe:
Caramba, Chris... un abrazo fuerte...
ResponderEliminarHas elegido un momento melancólico... como el otoño.
ResponderEliminarPreciosa...un súper abrazo desde estos otros lares...Áninmo!!
ResponderEliminarNo lo sé Chris... en ocasiones pienso que cuando sucede algo así es de cierta manera para dejar espacio a lo que ha de llegar... nada pasa por casualidad :)
ResponderEliminarbesito :)
Chicas...gracias a todas por vuestro apoyo y cariño...os siento cerca.
ResponderEliminar