Cuando acepté la invitación sureña
para visitar la isla de Nunca Jamás, mi anfitriona (qué palabra tan
fría para lo cálida que resultó ella) me dijo que estaba segura de
que mi visita cambiaría mi energía.
Y así fue...Durante los días que
estuve allí me sentí genial. Al volver a Madrid me traje la maleta
llena de nubes, acordes, abrazos y sonrisas.
Según fueron pasando los días noté
que mi ánimo decaía. Me di cuenta de que en lo más profundo de mí
habitaba una tristeza que estaba pugnando por salir a la superficie.
De nada me servía intentar ahogarla con el vino de las cenas o las
risas en el trabajo.
El fin de semana del curso apenas dormí
y como siempre me resultó duro aunque esta vez me sorprendí
llorando. Lo había estado negando durante los dos últimos meses a
todas las personas que me lo preguntaron. Me lo había negado a mí
misma afirmando que ya había pasado por eso, que había quedado
atrás, que estaba más que superado.
Pero no era cierto. No hubo maldad en
mi mentira, ni siquiera creo que autoengaño, simplemente lo sentía
así hasta que se me vino encima. La tristeza que llevaba dentro
provenía de un duelo que pensé ya terminado.
Fue mi amiga Huck la que propició que
me hiciera consciente del duelo. Y aunque ella pensaba que tras mi
visita a la isla de Nunca Jamás cerraría un mal ciclo, me he dado
cuenta de que este es el camino por el que tengo que transitar ahora,
el de la tristeza. Y le agradezco a ella que me ayudara a hacerlo consciente...con sus palabras, su calidez, y esa
mirada triste de la última tarde en la que me vi reflejada. Al fin
apareció su nombre a ras de
mis lágrimas.
A veces nos empeñamos en estar
alegres, en negar el dolor, en pretender alejarlo. Pero no podemos
cambiar lo que es. Durante un tiempo debe hacerme compañía. Lo
acepto, con la tranquilidad de saber que pasará en su momento,
cuando haya llegado al final de ese camino y esté lista para abordar
otros...
Y cuídate la vida y cómprate esa
ropa.
Sálvate tú y cuenta nuestra historia.
Sálvate tú, te llegaran botellas
escritas con la sal de la victoria
y olvidarás la pena, posada en otra
boca.
Dime que si, que no mirar tu cara
no es una vida entera, que cuando vea
la playa
olvidaré tu ausencia.
Sálvate y di que me fui con el viento
para soplar tu vela.
Sonríeme sincera
y me verás sonriendo con cada luna
nueva.
Andrés Suárez
camino largo el tuyo, ánimo y no busques atajos, pueden acabar llevándote a espirales sin salida
ResponderEliminarEl tiempo pone todo en su sitio y hay que pasar por el "duelo" (que puede durar más o menos) cuando se tiene una pérdida.
ResponderEliminarSon tópicos, lo se de sobra, pero cuando estoy de bajón me los repito cual mantras.
Y me consuelan un poco, ya ves.
y POR CIERTO, cuando vayas a la Libreria de Mujeres, avisa podió, que es una de mis favoritas, pero me pilla tan lejos que siempre me da pereza ir ¡¡¡
Todo duelo tiene sus días contados.
ResponderEliminarAsí que mucho ánimo y mucha fuerza.
Un beso.
Te quiero! chiquilla!!! y no olvides... todo pasa!
ResponderEliminarTiempo...
ResponderEliminarSaludos!
Qué bien que te hayas dado cuenta y puedas afrontar ese duelo desde la consciencia y la serenidad.
ResponderEliminarMucho ánimo y, recuerda, "También esto pasará".
Jam...sabes que no me animas mucho diciéndome que el camino es largo? jajaja Tengo clarísimo que no quiero atajos, de hecho ya he visto alguno y he pasado de largo. Gracias pro tu sinceridad :-)
ResponderEliminarISA, yo vivo tan cerca de la Librería de Mujeres que ni me planteo ir con antelación. Siento el impulso y me planto en ella en 5 minutos. Tú haz el ánimo que siempre es una visita agradable!
Alas...tu comentario `parece sacado de una peli del oeste jajaja!! Lo tengo presente y por eso lo afronto con tranquilidad!
Maye...gracias por estar ahí. Tan lejor y tan cerca...
Candela, tiempo y paciencia! Un saludo!
Mármara...muchas gracias. Por suerte tengo a Zoe y a Lúa que en estas situaciones dan mucha compañía, aunque las mías no canten como Bilbo!
Palabra clave chest. Toca clase de anatomía?