Enredar ilusiones

Llevo días callada y reflexiva. Dejando a un lado el finde del Orgullo en el que la casa se me llenó de mujeres orgullosas, estos días procuro quedarme a solas con las gatas y disfrutar de sus Weeeee y sus Mia! que me dejan pensar sin problemas.

Ha habido muchos cambios a mi alrededor en las últimas semanas. Una amiga ha hecho el atillo y se ha lanzado a vivir el presente allá lejos, donde termina el río. Hay mudanzas a mi alrededor...internas y externas. El verano ha dado paso a nuevas pasiones y yo tengo el corazón achicado.

Son días de contemplar a mi alrededor y sentirme de nuevo ajena a toda esta realidad. Camino invisible entre mi gente y un mal recuerdo se posa en mi piel. Presa de ese recuerdo que me atrapa y me inmoviliza necesito escapar de este bloqueo, moverme para que todo se mueva conmigo. Sentir que soy yo, un singular entre plurales…un singular entre pluraLES.

Hace mucho tiempo, caí en el abismo de perseguir los sueños de otras. Olvidé que los ajenos nunca son los propios, que en lugares extraños puedes sentirte a gusto pero nunca como en tu propio deseo y que como arquitecta de ilusiones, debo construir las mías y disfrutarlas para ser feliz.

Vuelvo mi mirada hacia el oeste…ese lugar mágico por donde desciende el sol, donde se encuentra mi tierra prometida. Quedan pocos días para que inicie una nueva década y siento que me falta la plenitud de concederme deseos, de atrapar mis sueños. Así que comenzaré desde ya. En unas semanas partiré desde el Rincón del Arco Iris para contemplar paredes llenas de libros y un hermoso puente que une las letras.

Foto tomada de Google

Mi alma celta volverá a ver el sol poniéndose sobre el agua. Contemplaré a la luz del atardecer mi triskel para recordar que fui, seré y soy. Soy un sueño hecho de nubes, de retazos de plumas sobre el cielo. Soy ese espacio intermedio entre la música y la poesía donde la vida deja vagos hilos de sabiduría para enredar de nuevo la madeja de la esperanza y las ilusiones.