Vienes a verme a casa. Me traes otra
caja de cerezas de tu pueblo. De esas que me encantan porque sé que
las habéis recogido a mano durante el fin de semana.
Me saludas y te doy un beso en la
mejilla. Cuando tú me vas a dar el segundo me retiro levemente y te
digo...no, sólo uno. Te quedas mirándome con una expresión a medio
camino entre la sorpresa y la sonrisa.
¿Por qué sólo uno?
Llevas varios días llamándome a
cualquier hora. Me mandas wassapp para preguntarme que cómo estoy.
Sé que tu jornada de trabajo es muy dura pero aún cuando llegas a
casa sacas unos minutos para regalármelos.
El otro día te conté parte de lo que
me ocurría. En realidad llevo desde ese sábado de mayo contándote
retazos...lo que puedo...lo que me sale de dentro contarte...y tú me
escuchas con ese aire de despiste, de estar en otro mundo que siempre
me puso nerviosa. Pero al final me hablas y sé que me has escuchado.
No puedes hacer nada por ayudarme,
salvo lo que ya estás haciendo. Estar a mi lado, hacerme saber que
cuento contigo, darte con la generosidad que implica saber que yo no
estoy preparada para escucharte aún. Poco a poco...El otro día nos
reímos ¿recuerdas? Tu chica pensó que estabas hablando por
teléfono con Chelo y se acercó al móvil para decir...”esta noche
me va a hacer el bailecito” (si, ese bailecito que habías
practicado en el último taller del curso y con el que a mí se me
cayeron las bragas al suelo cayó la baba). Me salió del alma
ese...”dile desde el cariño y sin acritud que se vaya a la mierda”.
Pero no lo dije enfadada, en absoluto. Me hizo gracia su “metedura
de pata”.
Estás aunque yo no esté y tratas de
demostrarlo ahora más que nunca. Sabes que te necesito como amiga y
te estás portando. No puedo evitar algo de añoranza. Anoche, cuando
subiste a casa y dejaste el bolso sobre la mesa Zoe salió disparada
hacia él. Todavía te recuerda. Y tú la hiciste unos cuantos mimos.
Me quedé contemplando la escena pensando en cómo me habría gustado
que eso sucediera más a menudo. Pero no pudo ser y ahora está bien.
Hemos planeado ir a ver a Blanca
Portillo en septiembre. Oye!! que es una obra clásica...clasicucha,
como yo. Y te sonreí porque si, porque eres una clasicucha y siempre
lo serás.
Cuando te marchabas anoche te di de
nuevo un beso. Hiciste el gesto de ir a darme el otro y paraste. Ah!
Que tú sólo quieres darme uno...no entiendo por qué.
¿No entiendes por qué? Porque te
quiero.
PD Me declaro activista de la tilde en el adverbio solo
Ay, ay, ay...
ResponderEliminarcanta y no llores?
Eliminar:-)
Eres genial chica,es todo un placer leerte
ResponderEliminarGracias anónima!!! me animas a seguir juntando torpemente letras si consideras que te trasmite algo!
EliminarPienso igual que el anónimo de arriba pero añadiré que dos es pura cortesia,
ResponderEliminar¿A que si, Rosa M?
EliminarEl post, por aclarar, que sé que ha habido quién se ha liado con él, está dirigido a mi ex, con la que he conseguido entablar una relación de amistad. Nos queremos mucho y nos cuidamos mutuamente. Y darle dos besos se me hace hasta superficial...así que le doy uno porque es mi forma de demostrarle afecto a las personas más cercanas a mí.
Un abrazo!!
Me sumo...A lo de la tilde.
ResponderEliminarSi el unibeso te sirve...nada que objetar.
Me sirve el unibeso, si señora!!
EliminarYa sabes que yo más que de besos soy de abrazos y algo más afectuoso que eso, el unibeso (hala, con pareado y todo)