Sólo hacen falta cinco minutos desde que pisas la calle para darte cuenta de que Nueva York es una ciudad que inunda los sentidos. Da igual que quieras o no, la ciudad te dispara andanadas continuas y lo mejor que puedes hacer es aceptarlo para comenzar cuanto antes a intentar procesar toda la información que envía desde el principio.
Me preguntaba María por los colores de Nueva York. Yo he descubierto una ciudad donde predominan el azul, el gris, el amarillo y el verde. A pesar de que la tarde que llegué llovía bastante, los siguientes días pude contemplar un cielo precioso, salpicado de nubes pero que siempre dejaban ver el azul. Quizá no tan intenso como el color del cielo de Madrid pero igualmente brillante.
Si bajas la vista a la tierra, te topas constantemente con el gris del asfalto y los edificios. Pero en ningún caso es un gris aburrido. Las construcciones son tan diversas que disfruté mucho. Hubo momentos en que me quedaba contemplando algún edificio durante minutos localizando todos sus ornamentos.
Hay una clase de edificios en la isla que no son precisamente grises. Los brownstones, edificios de piedra oscura, construidos hace unos 200 años por los holandeses y que tienen mucho encanto. Otra cosa es cuando te enteras de la intrahistora de este tipo de edificación.
Tratando de cruzar la 5ª avenida a la altura de la calle 42, miré a mi derecha y me sorprendió encontrarme con una gran masa amarilla. Los cuatro carriles por los que circulaban los coches estaban ocupados en ese tramo de la calle exclusivamente por taxis. Conté más de 20! No sé cuántos habrá repartidos por Manhattan pero estoy segura que la proporción con respecto a los coches puede ser de 5 a 1. Por cierto, apenas habré visto unas 20 motos en todo el tiempo que estuve allí. Se me olvidó preguntarle al guía el motivo de que no se utilicen motos en una ciudad con tantísimos atascos.
Desde el primer día percibí que aunque la isla está superpoblada, los americanos se empeñan en buscar momentos de relajación entre el caos diario. Nueva York está salpicada de parques. Pequeños oasis en medio de la ciudad. Y lo de pequeños es literal. Exceptuando Central Park con 4 kilómetros de largo por 1'5 de ancho, el resto son cuadrados o rectángulos que aprovechan huecos para sobrevivir. Eso si, siempre están repletos de gente que acude a descansar, a tomar un café, leer... Me llamó mucho la atención que en varios de estos parques había tumbas. Es decir, que eran cementerios en su día, situados en los terrenos de las iglesias y que utilizan para descansar ahora los vivos!
Resumen del azul, el gris y el verde. Coño!! se ha colao un bicho morado! |
Hola Bichito morado:
ResponderEliminarYo me perdería entre tanta inmensidad y llegaría a España con dolor de cuello, como me pasó las primeras veces que visité Madrid y pateé la Gran Vía. Sigo mirando hacia las partes altas de los edificios de aquí, pero nada que ver imagino, jajajaja.
Allí supongo que todo es a lo grande y eso me asusta un poco.
Me alegro que traigas tantos recuerdos, que espero que compartamos delante de un café o una cerveza, de tamaño normal, jajajaja
Besos
Etcétera
Es más a lo alto que a lo grande, en realidad. Si, hay edificios enormes pero en realidad la isla o la parte de la isla por la que más te mueves se te hace pequeña. Los barrios no son demasiado extensos...
EliminarVoto por el café, la cerveza y hasta un martini con limón!!
Un abrazo enorme.
¡Dínos que te alegras de haber llevado la cámara de fotos!
ResponderEliminarNo, no me alegro. Me ha servido para darme cuenta de que no me gusta nada ESA cámara de fotos. Gran error al comprarla...
EliminarY dudabas de llevarte la cámara y mira que fotos tan xulas.
ResponderEliminarManga corta ;-) Que bien!!!
Hubos días de mucho sol y he vuelto morenita!! Bueno, de brazos, porque a pesar de ir tuneada en plan tomboy neoyorkino con pantalón corto, mis piernas siguen blancurrias...
EliminarBesos.